Capitulo 2 primer día

63 23 45
                                    


Después de vestirme y pelearme con mi pelo durante media hora para que pareciera arreglado, conseguí salir de casa despi- diéndome de mi perro Milo, que aparte de mi compañero de vida diaria, es mi segundo compañero de trabajo, al ser uno de los perros policía que utilizamos en narcóticos. 

Me metí en mi amado coche,
mi Volvo c30 que mi padre me regaló cuando entré al cuerpo de narcóticos, aunque no estuvo muy de acuerdo, al final me ha apoyado más de lo que hubiera esperado,
pero claro, mis padres estaban contentos de que por fin hiciera algo con mi vida y porque intentaba cambiar de nuevo y dejar mi pasado atrás.

Me estaba dirigiendo hacia la universidad cuando de repente un idiota se me cruzó sin mirar y casi chocamos.
—¿Quieres mirar por dónde vas, imbécil —le dije, dejando salir un poco la rabia de esta mañana
—Mira tú por dónde vas, no te jode, la niñata —masculló.
Encima presumido, uf, esto no es nada bueno, siento cómo toda mi rabia contenida quiere salir y cuando voy a explotar no me da tiempo, el imbécil ya se había largado. Me intento calmar, pero me cuesta; antes de llegar a la universidad, paro a tomarme un café para calmarme y por un paquete de tabaco, ya que el mío se me había acabado.

Enciendo un cigarro empiezo a calmarme y por fin llego a la universidad. No está tan lejos, pero con todo lo que me ha pa- sado, se me ha hecho eterno.
Entro en la sala principal y busco mi clase y mi horario, encuentro el panel de la clase y miro, ¡jodeeer, cuánta gente para una clase! 

El tutor se llama James Shullz, y es inglés; vaya, será un año genial (nótese mi sarcasmo), menos mal que solo veré a los de clase en algunas, ya que como yo me preparo para narcó- ticos, no tengo que dar las mismas clases que ellos, yupi, por fin algo bueno. Ahora voy a mirar mi horario. Me encanta, se puede compaginar perfectamente con mi trabajo y mi vida personal, que no es mucha, solo hacer ejercicio, cuidar de Milo y visitar a mis padres los fines de semana. Esa es mi genial vida, pero me gusta, así evito meterme en líos y yo tengo el control de ella, nadie me dice qué hacer y qué no.

Caminando por los pasillos para buscar mi aula llego al tercer piso y allí visualizo mi clase y al profesor y alumnos entrando en ella. Me doy prisa para entrar, ya que casi me cierran la puerta en mis narices. Cuando entro, echo un vistazo a ver si encuentro un sitio libre y encuentro dos, los únicos; solo rezo para que no falte nadie por entrar, pero se ve que el poder divino no está conmigo hoy.

Cuando me siento, oigo a alguien tocar la puerta y preguntar si se puede... esa voz me es familiar, pero no sé de qué, estoy sacando cosas del bolso cuando siento cómo alguien se sienta a mi lado y me volteo para ver al extraño que se estaba sentando.
—¡¡¡TÚ!!! —exclamamos los dos al unísono.
—EL IMBÉCIL —escupo con odio.
—LA NIÑATA —suelta él, después de un bufido.
—Señorita Fernández, señor Winchester, ¿sucede algo? —
nos pregunta nuestro tutor sorprendido por los gritos.
—No señor Shullz, solo que aquí hay gente que no sabe las normas generales de tráfico —digo yo, dejando mi veneno fluir.
—Y algunas deberían dejar los humos en casa —gruñe el otro. El profesor nos mira y lo veo ponerse rojo de furia.
—Pues si tanto tenéis que discutir, os invito a que salgáis
fuera de mi clase y me dejéis dar clase de una vez.
Y así es mi primer día de clase, y ya la he liado, me han
echado, joder, lo que faltaba.

Y lo prometido es deuda aquí esta la actuu comenten se que es poco pero tengo que hacerlo así gracias a quienes ya lo empezaron un abrazooo fuertote

Change --Ya en Físico en Amazon y La casa del libro Where stories live. Discover now