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Capítulo21Deudas de sangre y vida

La oscuridad me absorbe y me confunde, no sé dónde estoy ni hacia dónde voy, pero oigo voces a mi alrededor.
No consigo distinguirlas, un zumbido muy molesto, un pitido muy rítmico y un dolor muy fuerte de cabeza no me deja, es tan confuso todo, hace solo unos segundos estaba en brazos de Daniel con la paz rebosando y ahora siento mi vida escaparse literalmente entre mis dedos y eso empieza a agobiarme, el pitido rítmico de antes se convierte en uno ensordecedor que parece avisar la inminente explosión de una bomba cada vez más cerca, cada vez más rápido, pim pim pim, y entonces todo pasa, todo explota y con un simple piiii sé que por fin todo esto se acaba.

Narrador omnisciente

En aquella sala blanca impoluta, en aquel olor que te quemaba las fosas nasales, la escena que se desarrollaba rompería más de un corazón.
Dos hombres asomaban sus caras al cristal que los mantenía separados de la mujer que les había puesto la vida del revés y ahora estaba a punto de volver a hacerlo otra vez sin darse cuenta siquiera del impacto que tiene sobre ellos.
Thomas y Eddy miraban incesantemente cualquier movimiento que ocurría en ese cuarto, cualquier pitido, cualquier respiración que les indicara que la mujer que amaban iba a volver a ellos, pero pasaba todo lo contrario, las máquinas se volvieron locas, el cuerpo de ella convulsionó de repente alertando a los médicos. Algo no iba bien y ellos lo sabían, lo veían en primera fila sin poder hacer nada, como simples espectadores en esta obra de teatro que la vida les jugaba, intentando quitarles lo único que en ese momento tenía sentido para ellos: ella.
Los médicos lucharon y lucharon, pero la impasible muerte estaba más que decidida en llevársela. Era una deuda que Mía debía pagar hace tiempo y ya la había esquivado tantas veces que la muerte misma dejó de llevarle la cuenta, pero el tiempo paró una milésima de segundo y algo hizo cambiar de parecer al mismísimo ángel de la muerte y con voz firme e imponente se acercó al oído de ella y le ordenó: «DESPIERTA, VIVE».