Capítulo7 Malos recuerdos

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Estoy en el hotel de Madrid preparando la maleta para volver a Barcelona, después de la conversación con los superiores quedo muy afectada, me toma por sorpresa todo, ahora sí que mi vida va a cambiar, antes de tomar una decisión tengo que estudiar la misión y saber si vale la pena involucrarme y poner patas arriba todo lo que he conseguido hasta ahora.

Involuntariamente pienso en Emily, en Enrique, pero sobre todo en Thomas y en sus besos. En estas semanas que han sido maravillosas, la verdad, no sé qué es lo que me pasa cuando me dijeron lo de la misión, solo podía pensar en que no lo volvería a ver y que eso me molestaba mucho, no sé por qué, pero desecho ese pensamiento enseguida, yo no me puedo enamorar, el recuerdo de Daniel sigue muy presente y además no creo que Thomas se llegue a enamorar de mí, seguro que solo soy una distracción mientras encuentra a otra... pero justo cuando voy a empezar mi discusión interna sobre eso mi teléfono suena.
Miro la pantalla. Es Emily, ¿qué querrá? Le contesto de mala gana:
—Hola, Emily.
—Por fin contestas, Mía, ¿dónde te has metido?
—Estoy en Madrid, problemas de familia —le miento antes de que empiece a preguntar.
—Ah... ¿cuándo vuelves? —me pregunta.
—Pues de hecho, estoy saliendo hacia allá, ¿por qué?
—No, por nada.
—Emily...
—¿Qué?
—¿Qué me ocultas?
—Nada, adiós, cuídate —me dice y me cuelga.
Esto es muy raro, algo está pasando. Intento volver a llamar, pero me salta el buzón de voz.

Esto es frustrante, a saber qué trama, esta es una loca perdida, aún recuerdo cuando organizó la pijamada en mi casa sin consultármelo, ni siquiera simplemente se aseguró de que estuviera en casa y se presentó con unas amigas suyas allí y por supuesto me dieron la lata toda la noche.

Voy conduciendo mi Volvo hacia Barcelona, mientras pienso en todo lo que está pasando. El trabajo es mi vida, ahora teniendo esta oportunidad sé que no la desperdiciaré, así que tengo que pensar algo.

El perfil que tengo que dar me pide que vuelva a mi vida anterior de niña rebelde que se junta con toda la escoria de Barcelona en sus barrios bajos para poder llegar hasta arriba no me será difícil, solo espero no perderme por el camino y quedar atrapada otra vez en ese mundo del que tanto me costó salir y que solo él consiguió sacarme.

Llegando a Barcelona me quedan 10 minutos hasta llegar a mi piso, así que decido llamar a Thomas, la verdad es que lo he echado de menos; al tercer tono contesta una voz soñolienta:
—¿Sí?
—¿Durmiendo a estas horas? —le pregunto en tono de broma mirando el reloj, son las diez y media de la noche.
—¿Quién eres?
—¿Tan rápido me has olvidado? Desde luego, me voy un día y ya te olvidas de mí —le digo fingiendo indignación.
—Nena... —Su alivio se puede sentir hasta a través del teléfono.
— ¿Dónde estás?
—Estoy llegando a mi casa, ¿y tú?
—Estaba viendo una serie y me quedé frito esperando tu llamada para saber de ti —me dice en tono de reproche.
—Lo siento, nene, he estado muy ocupada y cuando terminé solo pensaba en llegar a casa ya —me disculpo sincera, además es verdad, solo quería volver para poder verlo, pero eso no se lo cuento.
—No te preocupes, ¿todo bien por Madrid?
—Sí, ya está solucionado todo... —Mierda, ¿ahora qué historia le cuento?, menos mal que se me da muy bien mentir y que gracias a Dios él no insiste.
—Oye, ¿quieres salir un rato a tomar algo? —le pregunto.
—¿No estás cansada, nena? Has conducido mucho, deberías descansar.
—No estoy cansada —miento, intentando aguantar un bostezo.
—Vale, ¿dónde quieres ir?
—No sé, donde sea, me da igual.
—De acuerdo, llamo a los demás y paso por ti en una hora,¿vale?
—Estupendo.

Esa noche salimos de bares a quemar Barcelona, fue como una despedida para mí, lo que me sorprendió y me dejó perpleja fue el recibimiento de Thomas cuando vino a recogerme.

Me había puesto mi vestido negro liso por la espalda, pero lleno de lentejuelas por delante que me llega hasta medio muslo, mis tacones altos, un poco de maquillaje y mi maraña de pelo pelirrojo recién tintado, hace una semana suelto completamente liso, me sentía toda una diosa por primera vez en mucho tiempo, me sentía bien conmigo misma, mirándome al espejo oigo el tim- bre de mi puerta, me echo el perfume y voy a abrir. Es Thomas, que cuando me ve sus ojos se abren de manera desorbitante, indicándome cuánto le gusta lo que ve.
—Waw, nena, estás despampanante —me dice relamiendo sus labios y cogiéndome por la cintura para acercarme a él, su olor como siempre me hace sentir en casa.
—Gracias, ¿nos vamos?
—Vamos.
Esa noche fue maravillosa, mis amigos y Thomas la hicieron inolvidable, bailamos, bebimos, nos divertimos como hacía años no lo hacía y lo más importante fue la primera noche que Thomas se queda a dormir.

Está demasiado ebrio para dejarlo conducir, así que lo llevo a mi casa y nos acurrucamos los dos en mi cama y caye rendido enseguida.
Después de un rato empieza a moverse violentamente y a gritar mi nombre.
Enciendo la lámpara de mi mesita y lo miro. Está llorando y gritando mi nombre como si le fuera la vida en ello.
—¡¡Thom!! Thomas, despierta, cariño.
—¿Qué pasa? —inquiero yo desesperada.
—¡Mía, Mía, no te vayas!
—Thomas, cariño, estoy aquí, abre los ojos —la urgencia en mi voz es agobiante y creo que lo pudo escuchar hasta en la pesadilla que le acechaba.

Abre los ojos de golpe, me mira y su cara cambia, como si la vida le hubiera vuelto al cuerpo, como si no se pudiera creer que estaba allí.
—¿Qué pasa, Thomas, qué estabas soñando?
No saca ni una palabra simplemente se limpia las lágrimas y el sudor y se vuelve hacia mí y me besa, era un beso necesitado, sus caricias eran como un aire frío recorriendo todo mi cuerpo, tan frío que quemaba, una quemazón placentero, sabía lo que quería y creo que por fin estaba lista para dárselo, por fin estaba lista para ser suya, sabía que a partir de mañana cuando empezara mi infiltración ya nada podría volver a ser igual, así que decido entregarme a aquel hombre del que me estoy enamorando perdida e irremediablemente, mi cuerpo reacciona como si sus caricias y sus besos ya fueran conocidas para él, lo siento rejuvenecer bajo su tacto y su piel, lo siento revivir como si hubiera necesitado esto desde hace tiempo, como si hubiera recibido lo que tanto anhelaba, pero cómo era posible echar de menos algo que no tuviste, no me puedo explicar esa sensación, pero no tengo tiempo de pensar en eso ahora, solo quiero amarlo y que me ame, y eso es a lo que nos dedicamos hasta el amanecer, cuando nuestras fuerzas las damos por perdidas y nos rendimos al sueño vencedor, abrazados, satisfechos y llenos el uno del otro, mañana será otro día.

Hoy es sábado. Después de mucho besuqueo y caricias interminables, Thomas se marcha, tiene cosas que hacer y aunque no me gusta admitirlo, sabe que lo voy a echar de menos, pero tengo que prepararme para meterme en el papel, revisar mis in- formes y empezar el operativo que se pondría en marcha al día siguiente a las diez de la noche, en el sitio que más dolor le ha causado a mi vida, las carreras ilegales de motos de los bajos de Barcelona, en una zona abandonada del puerto donde hacía años no pisaba y no creía volver a pisar, pero tenía que hacerlo, así que empiezo por avisar a Thomas y a mis amigos que estaría fuera hasta el domingo por la noche y que no podríamos vernos.
Todos me desean suerte y que me cuide, pues si supieran lo que esto va a cambiar nuestras vidas, seguro me matarían, pero ni deben ni pueden saberlo, los mantendré al margen.

A mediodía me dirijo al garaje de mis padres donde tengo guardado lo único que me queda de Daniel: su moto. La que utilizaba en las carreras, su madre no la quiso, la dejó abandonada en el puerto el día de su muerte, los amigos quisieron dejarla allí como recuerdo en su memoria, pero yo no quería, lo único que quedaba de él para mí, lo único que siempre me traería buenos y malos recuerdos como el de su muerte.

Tengo que sacarla y prepararla, me voy a presentar en las carreras como concursante para atraer la atención de los camellos y aunque la mayoría me conoce, hace ya nueve años que no me venden nada y tampoco saben en qué me ocupo, así que tengo que recordarles quién era Mía Fernández antes de que llegara Daniel.

Change --Ya en Físico en Amazon y La casa del libro Where stories live. Discover now