Capítulo15 Inclinemos la balanza

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No vuelvo a ver a Thomas desde ese día. Ya ha pasado un mes, pero sus palabras siguen quemando mi alma como fuego viviente cada vez que las recuerdo.
Hoy acaba mi baja y aunque mi encubrimiento no ha sido desvelado gracias a la información que Thomas me dio sobre el corredor, pudimos avanzar, pero Eddy se muestra muy reticente a dejarme volver al operativo, demasiado para mi gusto, pero es una batalla que no me va a ganar, esta vez no.

Mientras yo estoy recuperándome, él está en contacto con Marcus e intentando que este le lleve a Coque, pero Marcus deja bien claro que sin mí no habría encuentro, así que ya es hora, tengo que volver y voy a hacerlo a lo grande.

—¡Hola, Marcus! —El eco de mi voz al otro lado del teléfono me indica que está en algún lugar vacío.
—Hombre, Fierecilla, ¿cómo estás? No pensaba que sobrevivirías a esta, me has dado un buen susto.
—No me jodas, Marcus, fue tu amigo el que me hizo perder el equilibrio. Me encantaría saber por qué coño quiere deshacerse de mí.
—Mía, Mía, Mía, no seas tan desconfiada, no quiere deshacerse de ti, solo te estaba poniendo a prueba.
—Mira, Marcus, solo te lo voy a decir una vez: no juegues conmigo y dile a tu amigo que sus pruebas se las meta por donde le quepan. Nadie juega con la reina y tú lo sabes. —Su risa resuena estridente y asquerosa al otro lado del auricular.
—Dile que quiero la revancha, nadie me quita el título así como así, y menos un mamón que no se atreve a dar la cara.

—Cuidado, Mía, con las palabras, que podrían hacerte más daño de lo que imaginas.
—Marcus, deberías saber que no me amedrento ante nada y tú más que nadie deberías saber que no me gusta que jueguen conmigo.
—Está bien —me dice resignado—. Se lo comentaré y te vuelvo a llamar.
—De acuerdo, ah, Marcus...
—Dime.
—Esta vez sin pruebas o me lo cargo.
—No sabes lo que dices, Mía, pero bueno, ya hablamos.
Cuelgo el móvil y lo tiro encima de la cama. Me agota intentar volver a ser como antes, debatirme entre estas dos partes de mí me hace volverme loca, ya no sé cuál debería ser, he luchado mucho para llegar a ser lo que soy hoy en día, pero entregarte a
lo oscuro es tan tentador... sé que me sería más fácil encontrar al asesino de Daniel si me quedara en este mundo, pero allí sí que no tendría más oportunidad que volverme una asesina, porque no tendría otra forma de hacerle pagar y sé que eso no es lo que
Daniel quería.

El timbre de la puerta me saca de mi debate y voy
a abrir perezosa, siento que estoy en la cima del mundo y este se hunde conmigo suavemente bajo mis pies, pero entonces un atisbo de luz aparece detrás de mi puerta: unos ojos azules me miran
con tanto cariño que me derriten y me erizan la piel al mismo tiempo.

Eddy está tan guapo como siempre y su sonrisa es como un arcoíris después de una tormenta que me tranquiliza y me hace creer que no estoy eligiendo mal.
—Hola, preciosa —me dice plantándome un beso dulce y suave en los labios.
—Hola —le contesto sin aire en los pulmones, de verdad,este hombre sabe cómo hacerme olvidar todo.
—¿Estás lista?
—Sí.Cojo la mochila y nos vamos.
El trayecto a la universidad es corto, pero Edward no quiere dejarme sola.
En el trabajo nadie sabe lo nuestro, pero como todos saben mi accidente, a nadie que sepa de nuestra operación no le extraña sus cuidados, aunque yo
me siento incómoda pensando en lo que puedan decir, Eddy me asegura que no importa, que él es el jefe y eso no puedo cambiarlo.

Su preocupación después del accidente me hace sonrojarme y sus cuidados intensivos, como digo yo, la verdad se agradecen,porque así ha evitado que tenga que soportar a mi madre y sus tan conocidos te lo dije.

Llegamos a la universidad y Eddy me despide con un beso y se marcha.
Me encamino hacia las clases y el día pasa bastante
tranquilo, cuando a última hora mi móvil suena.
Un número que no conozco; sopesando mis opciones, contesto, esperando que la voz del otro lado me diga lo que tengo que hacer.
No me sorprende demasiado cuando la voz es de Marcus, lo que sí me sorprende es su información.

Change --Ya en Físico en Amazon y La casa del libro Where stories live. Discover now