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En los brazos protectores de Anubis, Zephyr, el fruto del amor entre el dios de la muerte y el dios de la flora y fauna desértica, exploraba el mundo divino con curiosidad. Sus pequeñas manos se aferraban a la máscara de su padre, mientras sus ojos chispeaban con la misma vitalidad que la tierra que florece bajo el sol del desierto.
Zephyr: ¡Papá, papá!
susurró con risueño encanto mientras jugueteaba con la máscara, capturando la esencia de la dualidad que definía su linaje divino. En ese momento, Anubis, con un amor que trascendía los tiempos, sonrió ante el destello de vida encarnado en su descendencia.
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Entre risas y juegos en la arena del desierto, Aether, con sus pequeñas manos, señaló hacia el horizonte y pronunció sus primeras palabras.
Aether: Anubis!
susurró con una inocencia divina, captando la atención de su madre, TN, y su medio hermano, el imponente dios Anubis, que se acercaba con una sonrisa paternal.
Anubis, con cariño, se unió al juego divino, sintiendo el lazo de hermandad que se tejía entre ellos en medio de la inmensidad del desierto.
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Raen, con una risa celestial, pronuncia sus primeras palabras frente a sus orgullosos padres.
Raen: Papá, papá.
TN y Horus, emocionados, intercambian miradas llenas de amor mientras celebran este precioso momento en la divina historia de su familia.
