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Jooin y TN habían mantenido una relación sin ataduras durante años, amigos con derechos sin compromisos serios. Ambos disfrutaban de su libertad, y aunque TN sentía un cariño especial por Jooin, jamás había intentado forzar una relación formal. Para TN, estar cerca de Jooin, incluso de manera casual, era suficiente, o al menos eso pensaba.
Un día, Jooin llegó inesperadamente a la casa de TN, con una expresión seria y algo nerviosa. TN notó de inmediato que algo estaba mal.
TN. ¿Qué pasa, Jooin? —preguntó TN mientras le abría la puerta, preocupado por la inquietud en el rostro de su amigo.
Jooin no se sentó como solía hacer, ni bromeó con él como siempre. En lugar de eso, permaneció de pie, cruzando los brazos, antes de soltar las palabras que lo cambiarían todo:
Jooin. Estoy embarazado, TN.
TN se quedó en silencio por unos segundos, asimilando lo que acababa de escuchar. Pero, lejos de sentir pánico o incertidumbre, una sonrisa empezó a formarse en su rostro.
TN. ¿Estás diciendo que vamos a tener un bebé? —preguntó TN con emoción creciente, acercándose a Jooin.
Jooin, en cambio, no compartía la misma alegría. Su semblante seguía siendo serio, casi frío.
Jooin. No... TN, no es lo que crees. No quiero tener este bebé.
TN se quedó perplejo, la emoción en su rostro comenzó a desvanecerse al escuchar las palabras de Jooin. No podía entender cómo, después de una noticia tan importante, Jooin podía estar considerando algo tan drástico.
TN. ¿Cómo que no quieres tenerlo? —preguntó TN, su voz bajando en tono, tratando de mantener la calma—. Es nuestro hijo, Jooin. Este bebé... es parte de nosotros.
Jooin. Lo sé, pero no estoy listo para ser padre. No quiero esta responsabilidad —respondió Jooin, con frialdad y determinación—. Quiero abortar.
TN sintió un golpe en el pecho. El aire parecía volverse más pesado a su alrededor mientras trataba de encontrar una solución. No podía obligar a Jooin a querer al bebé, pero tampoco podía aceptar la idea de perder a su hijo.
