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Holis, aquí les dejo este nuevo capitulo que espero les guste.

No olviden dejar sus votos y comentarios. Love u all ♥ 

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Mismo día.
Nueva York, Nueva York.

Llegó al bar donde vivía Mendoza, arrastrando sus pies y todavía sangrando por la boca. Subió las escaleras, con sus pasos pesados en cada escalón y cuando la señorita Barker lo miró desde detrás de la barra, la saludó con la mano, esperando aliviar la preocupación en su rostro.

No sabía cómo se veía después de la golpiza, pero podía asumir que ya los moretones habían empezado a asomar en su piel, pues sentía el parpado derecho algo inflamado.

Se tambaleó por el corredor del primer piso y cuando alcanzó la puerta del apartamento de Mendoza, golpeó la madera con sus nudillos y descansó la frente contra su brazo, doblado sobre el marco.

Mendoza abrió con calma al comienzo, la cual desapareció de inmediato al ver a Roland, sangrando ante él y fue remplazada por un ceño fruncido y preocupación.

—Roland —susurró y lo sujetó cuando este cayó contra él—. Dios mío... ¿Qué ha sucedido?

Roland cerró la puerta a sus espaldas, resguardándose de miradas ajenas y una vez en la soledad del pequeño apartamento, dejó caer su ropa limpia al suelo, junto con la toalla que traía para bañarse y aferró el rostro de Mendoza en ambas manos, para besarlo.

La sangre estaba entre ellos mientras sus bocas se presionaban juntas suavemente y aunque a Mendoza no le gustaba el sabor, no lo apartó y lo abrazó de regreso, permitiéndole ese momento de consuelo y refugio que Roland, silenciosamente, había pedido.

Dolía besarse con la boca lastimada y algo inflamada por la golpiza, pero más dolía su cuerpo y su alma y Mendoza era el único lugar, en todo Nueva York, incluso en todo el país, donde podía permitirse ser él mismo en cierta medida.

Se apartó, soltando un quejido y se aferró a sus hombros para intentar mantener el equilibrio.

Los labios de Mendoza habían quedado manchados en su sangre y aunque fuera algo tonto, le gustó que no se limpiara de inmediato, como si no le molestara que hubiera una huella en su cuerpo haciendo testimonio a su reciente beso. Como si no le avergonzara besarlo.

—Creo que tengo un hueso roto —jadeó, ya sin poder contener el dolor y la preocupación regresó al rostro de Mendoza cuando lo sujetó con cuidado para que no tuviera que cargar con todo el peso de su cuerpo—...Perdón por llegar sin avisar.

—Olvídate de eso y ven, necesitas descansar.

Dejó que lo ayudara a alcanzar una de las sillas junto a la única mesa en el apartamento de solo una habitación y con cuidado, se dejó caer y soltó un quejido.

Vidas Cruzadas El ciclo. #4 EN DESARROLLO +18. BORRADORWhere stories live. Discover now