(3) ¿Celos?

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Sonó la alarma; ya eran las 7 a. m. Fui a mi armario para ponerme algo casual y cómodo. Me arreglé un poco y fui al baño a cepillarme los dientes. Al terminar, eran las 7:20 a. m., así que me dirigí a la habitación donde Matías dormía. Golpeé la puerta tres veces sin respuesta y decidí entrar con cuidado. Al ver que seguía durmiendo, me acerqué y le toqué el hombro para despertarlo. Cuando abrió los ojos entre cerrados, preguntó la hora con voz ronca.

—¿Qué hora es? —preguntó Matías.

—Son alrededor de las 7:20. Levántate para que alcances a desayunar —dije quitándole las mantas.

Matías se sentó en la cama con cara de sueño.

—Te espero abajo con el desayuno —dije antes de salir de la habitación.

Fui a la cocina, preparé sándwiches y jugo. Escuché los pasos de Matías bajando las escaleras y salí con el desayuno, colocándolo en la mesa.

—Aún tenemos tiempo para comer tranquilos —comenté mientras dejaba las cosas en la mesa.

—Sí, no quiero ir sin comer algo, sino me muero —dijo Matías exagerando.

Me reí ante su comentario y ambos se sentaron a comer. Eran casi las 8 AM y estaban atrasados, así que Matías sugirió pedir un auto.

—No nos queda de otra. Pídelo mientras busco mis cosas —dije.

Matías pidió el auto, y minutos después estaban afuera esperándolo. Llegaron más rápido de lo esperado. Bajaron del auto y vieron a Enzo afuera, quien se acercó y saludó a Matías de la mano y a ti con un beso en la mejilla.

—Mati, en un rato te alcanzamos. Quiero hablar algo con Made —dijo Enzo.

Matías entró al establecimiento sin problema, y me quedé a solas con Enzo.

—¿Qué sucede? ¿Qué quieres hablar? —pregunté preocupada.

—¿Qué hacías llegando con Recalt? —preguntó Enzo seriamente.

—Solo nos vinimos juntos. ¿Qué tiene? —respondí.

La actitud de Enzo era extraña, ¿celoso?

—No me respondiste los mensajes anoche —dijo Enzo.

—¿Qué mensajes? —revisé mi celular y vi 6 mensajes de Enzo que no leí en ese momento.

—Perdón —guardé mi teléfono y lo miré a los ojos.

—Eso no importa, no quiero que estés tan cerca de Matías —dijo Enzo.

—Enzo, no puedes prohibirme con quién estoy.

—¿Por qué no? —preguntó desafiante, agarrándote de la cintura.

—Solo somos amigos con derechos, tú mismo me lo dijiste.

—Eso no importa.

—Claro —dije sarcásticamente, enfadada, y me alejé.

Cuando estaba a punto de irte, Enzo me agarró del brazo, me atrajo hacia él, me agarró de la nuca y comenzó a besarte. Bajó una mano hasta mi cintura, luego a mis caderas, y finalmente se separaron.

—No creas que por eso me voy a alejar de Matías —dije mirándolo a los ojos.

—Eres un caso, ¿no? —dijo Enzo, rindiéndose.

Se quedaron un rato mirándose.

—¿Me dejas ir a tu casa hoy? Necesito estar contigo —preguntó Enzo mientras acomodaba mi cabello.

—Está bien, nos vamos juntos después del rodaje.

Ambos caminamos hacia el establecimiento para el rodaje. Pasaron las horas y era casi las 5:30; el rodaje terminaría temprano debido a reuniones. Solo quedaban ustedes cinco (yo Juani, Enzo, Agustín y Matías), y decidieron fumar antes de irse, como ayer. Se sentaron en el pasto, todos hablaban y reían. Me senté al lado de Enzo, con Matías mirándome. Enzo inconscientemente posó su mano en mi muslo, acariciándolo delicadamente mientras Matías nos observaba.

Todos se estaban despidiendo para irse. Enzo se levantó, extendí los brazos indicando que me ayudara a levantarme, lo hizo sin problema. Me despedí de todos con un beso en la mejilla, faltaba Matías. Lo abracé y le di un beso en la mejilla.

—Me voy con Enzo, así que nos vemos mañana, ¿sí? —dije a Matías y él lo entendió, o eso creía yo.

Caminé con Enzo hacia mi casa, decidimos que él dormiría ahí. Hablábamos de muchas cosas en el camino y ni se dieron cuenta cuando llegaron. Entramos, y Enzo me abrazó por la espalda, dándome pequeños besos en el cuello, mientras ambos reían.

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