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Damon.

Llegó dónde está Fierro.

Pedí que los dejarán en la misma celda. Al fin y al cabo ambos morirán.

—Damon. Amigo mío pensé que me querías para cuidar a este idiota.—Señala a Fierro.—Pero tus hombres se confundieron y me ataron.

—No se confundieron. Yo les di la orden.—Sonrío al ver su miedo.

—¿Qué...?—Pregunta saliendo del estupor.—Lo sabes.—Afirma.

—Claro que lo sabe estúpido. Si ni siquiera tuviste cuidado haciéndolo. Imbécil.—Habla Fierro.

—¡Tú cállate!—Decimos al unísono Edgar y yo.

Fierro se ríe y niega con la cabeza.

Me concentro exclusivamente en Edgar.

—¿Tienes miedo?—Me río al ver a su barbilla temblar.—Eres tan estúpido al meterte en la boca del diablo sin saber cómo salir... ¿Acaso creías que tenías oportunidad contra mí?

—Al menos logré joderte. Por un buen tiempo.—Dice fingiendo que no tiene miedo.

Sé del lenguaje corporal. Y estoy seguro de que está a punto de cagarse encima.

—¿Y? ¿No vas a preguntarme?—pregunta al ver cómo me dirijo directamente al piso. Donde hay armas de tortura.

—¿Qué cosa?—Pregunto sin apartar la mirada de las armas.

¿Qué ocupo primero?

Cuchillo.

Arma.

No. Eso es muy fácil.

Necesita sufrir.

Tengo una cierra de mano.

Pero eso será después de que ocupe el cuchillo...

Bien. Sí.

Definitivamente, es el cuchillo el elegido.

—No preguntarás el "¿Por qué lo hiciste? Eras mi amigo"—Traga con fuerza.

—Lo haría. Si realmente me importará. Pero no me importa.—Me encojo de hombros.

—Pero...

—Te daré tres opciones... No. No son opciones. Te contaré lo que te haré.—Sonrío con el cuchillo en mano.—¿O es mejor que sea un secreto? Tal vez es mejor que sea sorpresa. ¿Qué opinas amigo? ¿Una última sorpresa antes de morir?

—Damon por favor...

—Que así sea.—Respondo por él.

—Joder Damon. No puedes llevarme a otra celda. No quiero ver la sangre de este idiota.—Habla Fierro pero lo ignoro.

Aún no me olvidó de él.

—Damon... Por los años de amistad...

Lo interrumpo cuando rompo la tela con mi cuchillo. Sé lo que tengo que hacer.

No será rápido. Ni fácil

Conozco las mejores técnicas de tortura para hacer que mis enemigos se arrepientan hasta de haber nacido.

—No. No Damon eso no...

—¿Por qué no? Mis mejores torturas para mis mejores hombres.—Me burlo.—Sabes que la traición de familia se paga más caro que la traición de una persona ajena.

—Pero...

—Shh... Amigo no gastes energías hablando.

Clavo el cuchillo en su abdomen. Algo meramente superficial. Lo necesito vivo. Tiene que estar vivo para lo que planeo.

—¡Mierda!—Grita y siento como un líquido cae al piso.

Se ha meado.

—Me sorprendes amigo. Creí que tenías más resistencia. Nos entrenaron juntos. ¿Recuerdas?—Me rio.

—Damon. No hagas esto. Mátame de una vez.

—¿Tan rápido y rogando? Esto recién empieza.

Sigo trazando el cuchillo por una gran parte en su estómago.

No es tan profundo. Pero si lo suficientemente profundo para agarrar piel.

Con mis dedos cubiertos de sangre Meto mi cuchillo un poco. Cortando en horizontal sacando una leve capa de piel. No la corto toda. La necesito para tomarla.

—No. No. No ¡DAMON!—Grita.—¡ESTOY VIVO NO ME HAGAS ESTO!

Lo ignoro.

Lo despellejo vivo...

Cómo el jodido cerdo que es.

Mis manos quedan adoloridas de tanto tirar de su piel. Sus músculos quedan expuestos. Con un rojo vivo.

Es suficiente.

Es hora de pasar al siguiente nivel.

Dejando a Edgar solo tomo mi celular y llamo a la cabecilla de mis hombres.

—Dile a los demás que me esperen afuera. Con armas recargadas. Es hora de exterminar.

Pagará con la misma moneda.

Nota: ni quién quisiera ser Edgar  pobrecito. Ojalá sufra más

Dominame ✓ [Terminada, primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora