El último demonio • Armyotaku

12_Criaturas

El de los largos mechones no podía centrar su cabeza en nada, pensaba en el lugar caliente lleno de hierro fundido y brasas que acababa de recordar, pasando sus recuerdos también a través de los mensajes que siempre enviaba al mismo destinatario.
¿Quién era esta persona que envió tantas cartas? ¿Podría ser un familiar? Su conciencia pedía a gritos respuestas y, por alguna razón, sabía que sólo ese chico podía dárselas.
Caminando por el bosque ahora se arrepintió de lo que hizo cuando era un niño pobre, parecía aterrorizado. Sin mencionar que ella tomó un riesgo inmenso al casi revelarse a él de una manera tan tonta.

Y ese avión que le enviaste al otro, ¿tomaste la decisión correcta al hacerlo?
Estás casi seguro de que esto causará problemas y te arrepentirás en el futuro, ya que ni siquiera sabes por qué le enviaste ese papel.
Caminé alrededor del lago, mirando las nubes en el cielo nocturno mientras pensaba. Sin siquiera dar crédito a la presencia del cuervo que se acercó, aterrizando en la rama de un árbol cerca de Muichiro.

- Ah, volar largas distancias me agota tanto, ¡al menos debería recibir un "hola Ginko" por eso! - murmuró el de plumas negras al mismo tiempo que extendía sus alas, causando un poco de asombro en el otro que estaba distraído.

- Sí, lo siento… Y hola Ginko – dijo con cara neutra y desinteresada, pronto apartando los ojos del pájaro para centrarse nuevamente en el cielo oscuro y sus pensamientos.

- ¡Mejor así! Ahora no me preguntarás ¿Cómo están Tanjiro y los demás? - dijo bajando la cabeza para recibir su cariño de siempre, poniéndose furiosa cuando no llegó.

-Tokito!! ¡¿Me escucha?!
Tokio!!! - graznó al oído del demonio quien se sobresaltó nuevamente cuando la miró.

-¿Qué paso? - dijo, metiéndose el meñique en la oreja, queriendo deshacerse del zumbido que hacía al exponerse cerca de la fuerte y chillona voz del cuervo.

-¡¿Que pasó?! ¡Soy yo quien tiene que preguntar esto! ¡¡Me has estado ignorando desde que llegué!! Si sigue así no volveré! ¡¡Tengo mejores cosas que hacer que que me traten mal a este nivel!! - comenzó a hacer su pequeño espectáculo de picardía, sabiendo que el otro se sentiría culpable al verla así.

- Lo siento Ginko, no me di cuenta que te estaba ignorando - se acercó a ella con largas pestañas, dándole la caricia que le debía.

- No entiendo, ¿por qué actuabas tan raro cuando llegué? - preguntó con aire de sospecha.

- Nada importante... Entonces, ¿cómo están... Tanjiro y los demás? - preguntó, aunque sabía que no podría concentrarse en las palabras de la cuerva emplumada.
Porque su atención estaba completamente centrada en otra parte.

¿Se levantó aquella mañana el pequeño herrero decidido a desentrañar todo este misterio? Y así se arregló y se puso la mascarilla, bajando a la cocina a desayunar.

- ¡Este olor es tan bueno, Sr. Kanamori! - se sentó a la mesa levantándose la máscara. Delante de un plato de arroz con pescado asado, sopa de miso y té.

- ¡Me alegro que te hayas levantado de buen humor, pequeño Kotetsu!
No me gusta verlo molesto por la forma en que llegó ayer - dijo Kanamori mientras cocinaba, haciendo que el niño dejara de comer abruptamente al recordar por qué había llegado tan angustiado.

Realmente se asustó cuando escuchó esa voz llamándolo en la cabaña, más aún cuando descubrió la carta con su nombre escrito y la horrible foto tomada con la cámara del padre de Nanatsu.
Tuvo problemas para dormir por las noches, por lo que necesita descubrir qué pasó realmente en el bosque, ya que los espíritus que rondan los lugares abandonados no son más que historias.

- Entonces, ¿quieres contarme qué pasó ayer para llegar a ese estado? - preguntó el mayor, volviendo su rostro enmascarado hacia el otro, queriendo poder ayudar de alguna manera.

-N-no fue nada señor Kanamori, solo tuve un mal día – dijo el menor, no queriendo que el otro supiera que estaba de visita en el bosque.

-Está bien entonces…- dijo volviendo a sus tareas, pero en el tono utilizado en su voz afirmaba que no había aceptado esa excusa.
Sin embargo, era mejor así que saber la verdad.
Siguiendo comiendo en ese ambiente un tanto incómodo, el niño siguió pensando en la aterradora hipótesis de los espíritus y las almas.

- Sr. Kanamori, ¿cree en fantasmas? - preguntó, queriendo saber la opinión del otro hombre que era mayor, y por tanto con más experiencia.

- ¿Fantasmas?... No entiendo el motivo de la pregunta, sin embargo no sé qué responder, hay tantas cosas que están más allá de nuestra visión – dijo, un poco sorprendido por la extraña y repentina pregunta. , es difícil seguir las mentes de estos jóvenes.

- Ya veo... - dijo, volviendo su atención a la comida frente a él, perdido en sus ideas.

Con la cámara en mano, el pequeño Kanamori va a la casa de Nanatsu y se la entrega directamente. Y en el camino todavía pensaba en todas las teorías lógicas y no lógicas que podrían haber sucedido en la cabaña.
Llegó de todos modos y lo vio a él y a Paan esperándolo frente a la casa.
Feliz de saber que su amigo logró regresar sano y salvo y con el equipo.

- Me alegro que todo haya terminado bien, ¿verdad? - dijo el moreno, luego de escuchar una breve explicación de cómo el herrero recuperó el objeto.

- Sí... - o ni siquiera había mencionado nada sobre la carta, la foto o la voz. Porque no quería involucrar a sus amigos en estos asuntos macabros.
Sin mencionar que era casi increíble y muy difícil de explicar.

Necesitaba volver al bosque y sacar sus propias conclusiones.

(Este capítulo fue un poco más corto, pero Kotetsu está decidido a resolver este misterio. No olvides votar y nos vemos en el próximo capítulo)