20_ Está seguro

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{... voy a decir, que en estas cartas hay un poquito de los dos, que tal si dejamos ahora para después? Cuando te vea me siento tan completo donde quiera que vaya...}

El herrero llegó a su casa exhausto y arrepintiéndose de no haber rechazado el pedido de Kurinfu, pero no faltará a su palabra, al fin y al cabo es sólo un festival. Y ahora acostado en su cama debería estar preparándose para dormir, pero esa no era exactamente su intención en ese momento.
Rápidamente se levantó y se dirigió hacia donde estaba el uniforme de pilar, recogiéndolo para llevárselo al de hilos largos. Recogiendo también junto a él la cajita de madera que contenía todas las cartas del oni, preguntándose si todavía las recordaba.

Encendió su lámpara y comprobó si Kozo estaba durmiendo antes de salir de la casa hacia la entrada del pueblo, sonriendo grande de sólo pensarlo, mientras caminaba por el oscuro bosque sin ningún rastro de miedo.
Al llegar al lago, colocó su lámpara en el suelo y miró a su alrededor para encontrar a Muichiro, quien pronto fue visto acercándose a él con su ropa vieja y rota.
Se confunde fácilmente con un espíritu extraviado.

- ¡Tokito-san! - llamó emocionado, agitando su mano, haciendo que el otro repitiera el gesto mientras caminaba hacia él.

- ¡Kotetsu-kun! Realmente trajiste el uniforme - observó al notar las prendas limpias y completas en manos del ojinegro.

- Sí, ahora ve a ponértelo. ¡Basta de estos trapos! - dijo, entregándole la ropa en las manos al otro, y luego empujándolo ligeramente hacia la cabaña para que se cambiara.

Se quedó allí solo por unos minutos esperando que regresara el de ojos claros, caminando de un lado a otro ansioso por verlo nuevamente vestido como antes. Impaciente, colocó sus manos detrás de su cabeza, tarareando algo mientras caminaba en círculos, hasta que escuchó el sonido de los pasos del mayor acercándose nuevamente.
Miró en su dirección, casi pensando que estaba viendo un recuerdo de su pasado cuando lo vio exactamente igual que hace dos años. Con tus mangas anchas, tu cabello largo y hermoso, y tu cara tan... hermosa.

- No creo que se vea mal - dijo el demonio mientras giraba sobre su propio eje, analizando su propia apariencia.

- No estuvo mal - asintió, de hecho era tan hermoso y deslumbrante, sin embargo sería extraño si dijera esas palabras.
Así que accedió a quedárselos para él.
Sentados al borde del lago como la noche anterior, los dos niños miraban las algas bailando en el fondo de las aguas, mientras el humano que bañaba sus pies descalzos sostenía en sus manos la caja de madera con la lámpara apoyada en el suelo encendida. a su lado.

- ¿Te acuerdas de esto? - Levantó la caja hacia el otro hombre que, con cara de confusión, no la reconoció.

- ¿Qué es? No recuerdo esta caja - Empezaba a preguntar con su mala memoria dónde había notado ese objeto, cuando escuchó una breve risa del otro que lo desenfocó.

- No es la caja lo que importa, - sino lo que hay dentro - la abrió dejando al descubierto las distintas letras de papel envejecido pero bien conservado.

Al verlos, Tokito quedó asombrado, no creyendo que el menor los hubiera conservado hasta el día de hoy. No recordaba mucho de lo que estaba escrito allí, sin embargo sabía que eran recuerdos importantes y le gustaría leerlos todos, después de todo eran pensamientos que su yo pasado compartía con el pequeño Kanamori.

- Estas son las cartas que te envié mientras estaba en misiones - dijo, provocando una sonrisa genuina en el chico, aunque invisible debido a la máscara.

- ¡Sí, lo recuerdas! - emocionado, el enmascarado saca los pies del agua y se aleja un poco del lago, llevando la lámpara y la caja de madera.

Luego derramó su contenido sobre la hierba verde, iluminando las letras con la pequeña luz mientras las extendía por el suelo, para que pudieran verse mejor. Llamando la atención del de las puntas luminosas, quien al verlo se acercó con curiosidad.

- Mira, esta fue la última carta que me enviaste antes... - tomó el papel y se lo entregó al otro, transmitiendo su aire emocionado un tanto distante.

El de cabello largo sostuvo la carta con las cejas juntas, abriéndola y analizando su contenido. Entristecido al notar que era su carta de despedida, donde se despedía de su menor, diciéndole además que no se deprimiera por su muerte y que gracias a él pudo tener una vida feliz.

- Yo... ¡me sentí muy mal después de que esta carta llegó a mis manos! Sentí que mi mundo se estaba desmoronando. ¡Me duele el pecho! - confesó mirándose las manos, porque no podía soportar mirar el rostro del oni sin llorar.

Muichiro sintió su corazón romperse en millones de pedazos mientras miraba triste con sus ojos oscuros, siguiendo sus instintos al sentir el rostro enmascarado e incluso levantarlo hacia él.

- ¡Ya no te acuerdes de eso, los malos recuerdos quedaron atrás! ¡Estamos juntos de nuevo! ¡Y prometo y cumpliré mi promesa de que nunca más nos separaremos! - forzó una leve sonrisa, induciendo al otro a hacer lo mismo porque tenía razón.

Los malos recuerdos no volverán, es momento de crear otros nuevos y esta vez recuerdos que nunca querrás olvidar.

Es por eso que Kotetsu levanta un poco su máscara hasta la mitad de su rostro, para que el otro pueda ver su sonrisa.

- Kotetsu-kun, ¿por qué sigues usando estas máscaras?
Ya no es necesario tenerlos - preguntó al notar que el joven los llevaba nuevamente.

- No los tenemos por obligación, sino por tradición. Para recordar a nuestros antepasados... A ti... ¿No te gustan?.. ¿Crees que son feos? - obviamente esas máscaras no eran nada encantadoras, pero tenían significado y eran importantes para el chico que tenía delante.

- Te quedan bien, no puedo imaginarte sin ellos - era la marca registrada de humano y me gustó.
Al darse cuenta de que su respuesta le agradó, ya que logró arrancarle una risa hermosa y contagiosa con ella.
También me gustaría hacer sonreír al pequeño Kanamori.

- Tokito-san, tengo que decirte una cosa, en tres días habrá un festival en el pueblo, ten cuidado ya que puede haber mucha gente deambulando por el bosque, ya que muchos de fuera del pueblo vendrán a celebrar - advirtió , esperando una cara de preocupación proveniente de Tokito, sin embargo, mantuvo la calma.

- No te preocupes por mí Kotetsu-kun, yo me cuidaré - sabía muy bien esconderse si era necesario, y no le gustaba la idea de dejar preocupado al pequeño.

- ¡Está bien, creo en ti! - emitió otra cara feliz, sin importar cuantas veces viera la sonrisa del herrero, el demonio siempre estaba encantado como si fuera la primera vez.

- Ahora volviendo a las cartas, este fue el primero que me lo envió jeje. Apenas sabías qué escribir, ya que nunca le habías escrito una carta a alguien sólo para hablar - emocionado y aguantando la risa, le entregaste el papel a la otra persona quien, un poco curiosa, la tomó y la abrió, sintiéndose avergonzado de él mismo mientras leía su narración, contando los detalles más pequeños de cómo vomitó después de comer sakura mochi en mal estado.

Al ver el sonrojo en las mejillas del hombre mayor mientras leía la carta con ojos grandes, Kotetsu no pudo soportar la risa estridente que pronto llenó todo el lugar, mientras rodaba por la hierba verde. Esa noche fue uno de los recuerdos que nunca querrás olvidar.

{....Y en estas líneas intento describir, que mil palabras es tan poco para decir, que el sentimiento lo cambia todo, cambia el mundo, eso es amor}

El último demonio • ArmyotakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora