Capítulo III

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Chiara estaba sentada delante del ordenador, borrando el montón de correo electrónico sin
contestar cuando escuchó el sonido de la llave abriendo el cerrojo en el primer piso. Una mirada rápida en el reloj en la esquina inferior de la pantalla le dio la hora, solo algunos minutos faltaban para la media noche. Salió de su cuarto y bajó las escaleras, entró en la cocina y vio que Violeta tomaba una cerveza del refrigerador.

¿Acaso no bebes otra cosa? Chiara pensó antes de hablar. —Ejem. —La escritora esperó a que la stripper volteara a verla para continuar. —¿Vas a trabajar mañana por la tarde?

La pelirroja abrió la lata y tomó varios tragos antes de contestar. —No. ¿Por qué? ¿Necesitas el apartamento para algo por la noche?

—Mi hermano pequeño se gradúa del bachillerato con honores y le haremos una cena mañana por la noche. —Chiara tenía muy claro en su mente las estrictas reglas de su madre en relación a las reglas de etiqueta y luchó contra el deseo de no tener que presentar a su familia a su nueva compañera de apartamento. Y al final, la formación que le dio su madre de ser educada ganó. —Eres bienvenida por supuesto. No es nada formal, son solo mi hermano, mi madre y Ruslana. No sé si Martin y Juanjo vendrán. No lo he podido localizar últimamente. —Chiara hizo una nota mental de intentar volverlos a llamar.

—No te preocupes por eso. —Violeta agitó su mano despectivamente. La lata fue a sus labios otra vez para dar varios tragos más. —No me gustan las comidas familiares de cualquier manera. Me haré la desaparecida. —Se volteó de nuevo y abrió el refrigerador, tomando las otras tres latas de cerveza. —Mierda. —maldijo suavemente, recordando que tenía pensado de camino a casa parar
en algún súper para comprar más cerveza. Recordó el poco dinero que traía en el bolsillo y se resignó a tomarse solo las tres cervezas esta noche. Pasó rozando a Chiara y con rapidez subió las escaleras, encerrándose en su cuarto sin decir otra palabra a la escritora.

Chiara revisó los cerrojos antes de apagar las luces de abajo y subir a su cuarto. Molesta por la forma en que Violeta la ignoró, se encontró demasiado inspirada como para irse a dormir. Sentándose delante del ordenador otra vez, Chiara cerró el programa del correo electrónico y abrió su procesador de palabras. Algunos segundos más tarde, su historia más nueva apareció en la pantalla. Presionando su dedo en botón bajar página, observó sus palabras pasar intermitentemente hasta que llegó al final. Entrelazando sus dedos, tronó sus nudillos y alcanzó el teclado. Volvió a leer las últimas frases para familiarizarse con lo que estaba ocurriendo dentro de la historia y comenzó a escribir de nuevo.

Diez minutos más tarde, Chiara estaba levantando su cabello fuera de la parte trasera de su cuello, gimiendo. —Necesito una brisa agradable esta noche. —Después de asegurarse de  que no hubieran periódicos que podrían salir volando. Se dirigió hacia la puerta corrediza de cristal y la abrió. Tenía una malla de tamaño normal para no dejar entrar a los insectos pero si dejaba entrar una brisa asombrosamente suave adentro. El perfume de un arbusto de lilas llegó a su nariz junto con algo más.

Chiara dio un paso más hacia la puerta e inhaló otra vez. Oh genial, una drogadicta. Dirigiéndose hacia la puerta interna del dormitorio, la abrió y cruzó llegando a la puerta de Violeta y comenzó a tocar.

—¿Qué? —Sonó una voz molesta.

—Necesitamos hablar. —la escritora contestó. Escuchó los sonidos de cajones abriéndose y
cerrándose antes de que Violeta llegara a la puerta. Se abrió para revelar a la artista de striptease vestida con unos pantalones y una sudadera descolorida de algodón. El olor de marihuana estaba por todo el dormitorio de la joven y la nariz de Chiara se arrugó con repugnancia. Los ojos de Violeta eran dos pequeñas rayas, luciendo extremadamente cansados de no ser por la sonrisa tonta en su
cara. —No deberías estar haciendo esto aquí. —dijo Chiara firmemente.

El corazón de VioletaWhere stories live. Discover now