Capítulo V

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Una vez fuera, Violeta encendió un cigarrillo, el humo gris formó una nube cerca de su cara.

—Eso es malo para tu salud, ¿sabías?

—Ya lo he escuchado antes— contestó, dando otra inhalación. —¿Supongo que tú tampoco
permites fumar en tu coche?

—De hecho es un coche prestado mientras el mío está en la agencia, pero yo siempre he
encontrado que el cenicero hace una gran función para tirar toda esa ceniza.

—Seguramente. —Violeta susurró, aspirando tanto humo como podía para después lanzar el humo fuera. —¿Tú no eres una fanática de la salud como Chiara?

Ruslana se rió y quitó los seguros de las puertas del coche. —No estoy tan obsesionada como ella. Yo disfruto de una buena hamburguesa y patatas. —Entraron al coche y con una vuelta de la llave el motor encendió. Echó marcha atrás el coche y lo sacó del estacionamiento, se dirigió calle abajo para tomar la curva hacia la avenida principal. —¿Y eres de por aquí?

—Milton. —Violeta contestó. —Está a una hora por la carretera de peaje.

—Sé dónde está. Es un pueblo industrial grande.

—De grande no tiene nada, mejor dicho. —la pelirroja dijo fieramente. —Milton es un pueblo insignificante lleno de personas insignificantes también.

¿Tu familia aún vive ahí?

—No sabría decirte, no he hablado con ellos desde que me mudé.

Ruslana asintió con la cabeza, nunca quitando la vista del camino. —¿Cuántos años tenías cuando escapaste?

El corazón de Violeta dio un brinco. —¿Eres psíquica o algo por el estilo, Doc?

—Te dije que soy terapeuta. —Bajó la velocidad del coche mientras se acercaban a un semáforo. —Soy perceptiva. Es una habilidad necesaria cuando tratas con personas que no son siempre abiertas con sus sentimientos.

—¿Sí? ¿Y qué más te dice tu percepción de mí? —Violeta se cruzó de brazos defensivamente.

Ruslana la miró, y comenzó a avanzar de nuevo cuando el tráfico comenzó a moverse. —Tu respuesta me dice que estoy en lo correcto acerca de que escapaste de tu casa.

—Lo hice tan pronto como pude. —dijo Violeta. —Un poco más de un año después que Denna.

—¿De la casa que escapo tu hermana cuando tú tenías 14 años, escapaste tu después, cuando tenías 15 años?

—Ahí está la percepción de nuevo. —se asomó por la ventana, débilmente notando el anuncio de la licorería que comenzaba a verse a lo lejos. —Intenté escapar con ella pero me pillaron. Lo intenté tres veces más antes de que tuviese éxito.

—Debió haber sido muy difícil para ti tratar de escapar tantas veces.

—¿Aquí es donde me dices que todos mis problemas son debido a mi jodida y amargada infancia?

Ella señaló la licorería. —No necesito terapia para saber eso. —Violeta abrió la puerta antes de que el coche se hubiera parado por completo. —Gracias por el paseo, Doc. —Salió y cerró la puerta, sin darle oportunidad a Ruslana de responde.

* * * * * * * * *

L

as calles estaban desiertas excepto por uno que otro coche ocasional, dándole a Violeta la libertad para beber de la botella mientras caminaba. Para cuando el complejo se alcanzó a ver, ya iba caminando balanceándose totalmente borracha y la tercera parte de la botella había sido
vaciada. Cuando iba acercándose al edificio Violeta se dio cuenta que había olvidado coger las llaves cuando salió. —Mierda. La Señorita Perfecta me dará un sermón seguro. —Se llevó la botella a los labios y tomó un gran trago, estrenmeciéndose cuando el líquido caliente se abrió paso por su garganta. Usó su manga para limpiarse la boca antes de alcanzar el timbre de la puerta. Su cabeza sentía el efecto del whisky y lo único que quería hacer era acostarse.
Mierda, abre la puta puerta, Chiara. Violeta presionó el timbre de nuevo, golpeando
rápidamente después la puerta con el puño. El sudor se formó en su labio superior y Violeta, apoyó su frente contra el marco. No había comido nada más que un par de zanahorias en todo el día y su organismo rápidamente comenzó a reaccionar diciéndole que había excedido sus límites. —Oh mierda. —ella susurró, sintiendo su estómago mal otra vez. Presionó el timbre repetidamente hasta que escuchó a Chiara abrir la puerta. —¡A un lado! —Empujó a la
mujer que estaba perpleja fuera de su camino, Violeta se fue tambaleando hasta el cuarto de baño, apenas levantó el asiento del inodoro antes de que su estómago devolviera todo su contenido.

El corazón de VioletaWhere stories live. Discover now