Capítulo XXIII

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Una hora más tarde el suelo de la cocina había sido limpiado, quedando brillante y los muebles del mostrador también reflejaban el mismo acabado. Chiara aprovechó su frenesí limpiador por todo el apartamento. Limpiando todo a su paso. Una vez terminado el trabajo decidió echarle un ojo a su caprichosa compañera de apartamento.

Chiara quedamente abrió la puerta de la habitación de Violeta. La lamparilla de noche le proveía bastante iluminación para que se abriera paso por encima de la cama sin tropezarse con algo. —¿Estás despierta? —Preguntó suavemente. —Sólo venía a ver cómo estabas. —No recibiendo respuesta, Chiara se agachó y dobló los bordes de la colcha alrededor de la mujer dormida. —En
verdad desearía que no te hicieras tanto daño todo el tiempo. —susurró. —No necesitas las drogas.

—¿Hmm? —Vino una voz atontada.

—Shh, soy yo. —Chiara contestó, haciendo su cuerpo un poco hacia atrás para no estar demasiado cerca del de Violeta. —Solamente estaba viendo si estabas bien.

—Oh. —Violeta rodó sobre su espalda. —¿Qué hora es?

—Casi las diez. ¿A qué hora tienes que estar en el trabajo mañana?

—Alrededor de las siete más o menos. —la mujer medio dormida habló entre dientes.

—Bien date la vuelta y duerme un poco. Va a ser un largo día mañana. —Chiara se puso de pie y caminó hacia la puerta. —Que tengas un buen día si no te veo por la mañana. —Casi llegaba a la puerta cuando escuchó que Violeta la llamaba.

—¿Chiara?

—¿Hmm? —Pasaron varios segundos antes de que escuchara una voz suave.

—Gracias por no estar enfadada conmigo.

Chiara se volvió caminando hacia la cama y se arrodilló, apoyando sus antebrazos sobre la suave colcha. —Oye, para eso son las amigas, ¿No? Se ayudan cuando lo necesitan. —Con su brazo, echó la colcha arriba sobre el hombro expuesto de Violeta. —Ya te lo dije, antes prefiero que me llames e ir por ti a que conduzcas en ese estado. Ahora duerme un poco.

Después de dejar la habitación de Violeta, Chiara se fue a la suya, la cama la llamaba
tentadoramente pero el ordenador también, Chiara se encontró observando los logotipos de arranque a través de la pantalla. Tal vez algo venga a mí, pensó esperanzadamente, revisando las notas escritas a mano que tenía a un lado del ordenador. Su personaje principal, Bobbi, acababa de salvar a una familia de ser asesinada en un almacén y hasta allí había quedado la creatividad de
Chiara. ¿Y ahora qué? ¿La familia le agradece a Bobbi y ella se enamora de la hija mayor? De alguna manera la idea parecía ser buena cuando Chiara comenzó a escribir la novela pero ahora sentía que era muy trillada y era el típico cliché. ¿Por qué debería sentirse atraída por la hija del dueño de la tienda de muebles? Chiara se restregó su cara. —Esto no está funcionando. —Chiara dijo una hora más tarde cuando ninguna palabra nuevas había sido escrita en la pantalla. El sonido de una puerta abriéndose captó su atención sacándola de sus frustrantes personajes. Chiara escuchó cómo Violeta se dirigía hacia el baño. Un golpe seguido por una maldición la hizo levantarse de su silla. —¿Violeta? ¿Te encuentras bien?

—Sí, solo me he tropezado con algo. —vino la respuesta. Chiara devolvió su atención hacia la pantalla. Esto no tiene sentido. ¿La familia completa está ahí así que como es que Bobbi se fija en Julie y no presta la más mínima atención al padre de esta? ¿Qué es el dueño de todo el dinero? No es que Julie luzca toda desaliñada y esté cubierta de suciedad. Chiara luchaba contra el problema hasta que escuchó un golpe suave en su puerta. —Entra.

La puerta se abrió y Violeta asomó su cabeza. —Veo que aún estás levantada.

—Lo estoy. —Chiara señaló el monitor. —Estoy trabajando en mi historia pero parece que no quiere cooperar esta noche.

El corazón de VioletaWhere stories live. Discover now