Capítulo XII

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Chiara sonrió al dar click sobre el botón de guardar. Se había despertado solo hacía dos horas, y ya había logrado escribir cuatro páginas completas. Estaba tan concentrada en su escritura, que no escuchó los primeros dos timbrazos del teléfono. —Nooo ahora no. —suspiró, haciendo rodar su silla con ruedas hacia el borde de la cama y contestó el teléfono que estaba sobre la mesita de noche. —¿Hola?

—¿Me has estado llamando?

—¿Martin? —Usó sus pies para empujar la silla de regreso al ordenador. —¿Dónde has estado?

—Mira Chiara, solo escúchame ¿Vale? Sé que debes estar un poco molesta conmigo...

—¿Molesta? —Ella puso su pie en el borde de su escritorio y puso el otro sobre él. —Creo que molesta es una palabra muy sutil para esto, ¿No lo crees? ¿Sabías que ella era la stripper del Tom Cat Club?

—Bueno err um...

—Martin, tus orejas se están poniendo rojas. No me mientas, te conozco demasiado bien.

—Chiara, cuando ella entró en mi oficina pensé en que había sido una intervención del universo. Tú sabes que ya ha pasado mucho tiempo.

—No necesito que me arregles encuentros amorosos.

—Te lo recompensaré, lo juro. —él dijo, con su voz subiendo de tono. —Ya le he encontrado a ella otro sitio. Un dormitorio en el otro extremo del complejo. Y aún seguirá pagando la misma renta que ahora.

—¿Tú le has...? —Chiara vaciló. ¿Eso no era acaso lo que quería? No podía estar viviendo
con una bebedora, que fumaba marihuana, que era una stripper bastante mal educada, quería que se fuera, ¿o no? Eso es lo que estaba deseando ¿no es así?

—¿Chiara?

—Sí, aún sigo aquí. ¿Así es que le has encontrado otro apartamento?

—Está cerca de los contenedores y tiene solo un baño pero creo que será suficiente para ella. Lo conseguí por 175 dólares y puede hacer uso de los muebles viejos y el hecho de que no ha sido rentado en 4 meses no causará problemas con la oficina central. Será perfecto, Chiara. Te prometo que le gustará y se mudará. —él dijo alentadoramente. —Ella podrá mudarse a su nueva casa el fin de semana.

—Um... —Mierda, ¿Qué estoy pensando? —¿Martin? ¿Me puedes hacer el favor de no
mencionarle esto a Chiara?

El silencio invadió la línea telefónica. —¿He oído bien? ¿No quieres que ella se mude?

—Bueno... mira, has dicho que el apartamento no ha sido rentado en 4 meses, ¿No?

—Sí. La gente siempre quiere muebles y alfombras nuevas y no se podrán remplazar hasta el próximo año.

—Así que si las cosas cambian y el apartamento está todavía disponible, ella podría tenerlo al mismo precio, ¿No?

—Supongo, pero no se lo puedo estar apartando. Si puedo conseguir un inquilino para el apartamento, lo rentaré.

—Entiendo. —ella dijo, sintiéndose más confiada de que había tomado la decisión correcta. —Creo que las cosas podrían funcionar por aquí después de todo.

—Oh, ¿En serio? —Él dijo, acentuando más las últimas palabras. —¿Tu cama está teniendo algo de acción más?

—Martin Urrutia, para con eso. —ella reprendió. —Violeta es heterosexual y yo no estoy interesada en mujeres heterosexuales. Es sólo que... pues, nos estamos llevando bien, eso es todo.

—Os estáis llevando súper bien, estoy seguro.

—¡Martin!

—Está bien, está bien. ¿Estás segura de esto?

El corazón de VioletaWhere stories live. Discover now