Capítulo X

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Violeta daba golpes en su cama, la manta enredándose alrededor de sus piernas. En su sueño, su padre estaba acercándosele, gritando obscenidades. Sintiéndose atrapada, luchó más duro, los frenéticos movimientos finalmente la despertaron. Miró alrededor del cuarto, momentáneamente
desorientada. —Mierda... —Tomó aire profundamente, se restregó su cara con sus manos y sacó sus piernas fuera de la manta. Sus ojos adormilados apenas se abrían, se levantó de la cama y con caminar lento se dirigió al cuarto de baño.

Cuando terminó, Violeta apenas medio despierta, apagó la luz y giró a la izquierda, abrió la puerta y entró. En ese momento se dio cuenta de su error. ¿Tuviste suerte esta noche, Doc? Las dos mujeres estaban de cara a ella, el brazo de Ruslana estaba envuelto protectoramente alrededor de la cintura
de Chiara. Violeta comenzó a salir pero se encontró incapaz de dejar de miar. Pensé que eso sólo pasaba en las películas. Ella había visto a una mujer y un hombre durmiendo en la misma cama pero nunca había visto una pareja abrazándose tan cerca una de la otra y con tanta suavidad. No era que no hubiera más lugar donde poder dormir, era obvio que las mujeres quisieron dormir juntas. Molesta por la pesadilla y sintiendo envidia por el amor que Ruslana y Chiara compartían, Violeta finalmente se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a su habitación.

Esto apesta. Ahora estoy despierta sin nada que hacer, Violeta miró alrededor de su cuarto. ¿Dónde está? Pateó las mantas fuera de su camino, encontrando una bota y un calcetín pero no el perdido control remoto. Probablemnente no haya nada que ver a esta hora de cualguier manera. Abrió las
verticales persianas y miró afuera hacia el oscuro cielo. La luna daba poca luz, apenas suficiente para ver el contorno de los árboles que separaban el complejo del lago. Ella tomó sus cigarrillos y su encendedor antes de abrir la puerta de cristal corrediza y salió un momento al balcón. Sin darse cuenta de donde estaba la silla, Violeta chocó contra ella, y las patas de metal rasparon contra la
cubierta de madera.

—¿Huh? ¿Qué pasa? —Chiara murmuró, levantando su cabeza fuera de la almohada. Ruslana levantó una mano y amablemente presionó la oscura cabeza de regreso a la almohada.

—Shh, creo que Violeta está en el balcón. —La voz de Ruslana era más clara, habiéndose despertado unos minutos antes por el sonido del inodoro y la puerta de la habitación abriéndose. —Vuelve a dormir, Cariño.

—¿Hmm?¿Qué hora es?

—Es hora de que te relajes. Yo iré a ver si está bien.

Chiara masculló algo ininteligible y rápidamente se volvió a dormir. Ruslana esperó un minuto y entonces lentamente se deslizó fuera de los cobertores.

Violeta volvió su cabeza hacia el claro sonido de la puerta corrediza abriéndose. —No quise
despertarte.

—Tengo el sueño ligero. —dijo Ruslana mientras daba un paso hacia la cubierta y cogía una silla vacía. —Dime, ¿Qué te tiene levantadaa esta hora?

—Tuve que mear. —Ella frunció el ceño cuando vio a la terapeuta sentarse y poniendo los brazos en la nesa.

—Esa es siempre una buena razón. Hoo, hoo, hoo. Parece que no somos las únicas
despiertas. —Ruslana observó. —Buenas noches, George. —Como si reconociera su nombre, el búho echó otros gritos en respuesta. —Cuando me sentía melancólica, salía a aquí fuera y lo escuchaba.

—¿Tú? —Violeta bufó con incredulidad. —Venga, Doc. No te puedo imaginar haciendo eso.

—Todo el mundo tiene un día difícil... o una noche. —ella sumó.

—No he dicho que tuviera una noche difícil.

—No es necesario que lo digas. —Ruslana contestó. —Soy terapeuta, ¿Recuerdas?

El corazón de VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora