Capítulo siete: El canto acuático de Waimi

52 16 4
                                    


🌿🌿🌿


El terremoto había dejado a Mateo y Mi-Jeong aturdidos y confundidos. Mientras recobraban el conocimiento en la oscuridad que los rodeaba, Mateo luchaba por enfocar sus sentidos en medio del caos.

—¿Mi-Jeong? ¿Estás bien? —preguntó, su voz temblorosa con la preocupación mientras extendía una mano hacia ella en la oscuridad y el polvo.

Mi-Jeong se movió con dificultad, aún sintiendo el zumbido en sus oídos por el estruendo. —Sí, estoy bien, —respondió, su voz apenas un susurro entrecortado. —Pero... ¿dónde estamos? ¿Qué ha pasado?—

Mateo se esforzó por encontrar las palabras mientras su mente luchaba por asimilar la magnitud de lo sucedido. —Creo que... estamos en medio de la selva. El terremoto nos ha desviado... y hemos perdido a Nicolás.

—¿Terremoto? —preguntó Mi-Jeong incrédula, sus ojos buscando respuestas en los de Mateo. —Fue un terremoto muy extraño... Fue como si...

—Como si la selva se moviera —terminó Mateo por ella, completando su pensamiento. Los dos se miraron, sus miradas reflejando el asombro y la confusión ante lo inexplicable.

La preocupación se reflejaba en los ojos de ambos mientras se ayudaban mutuamente a levantarse, conscientes de la incertidumbre que los rodeaba. —Tenemos que encontrar a Nicolás, —insistió Mateo, su voz cargada de determinación. —No podemos dejarlo solo aquí. —

Mi-Jeong asintió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. —Está bien, —dijo, tratando de infundir algo de calma en su tono. —Lo encontraremos juntos.

A medida que se ponían en pie, Mateo sintió una oleada de gratitud por tener a Mi-Jeong a su lado en ese momento de incertidumbre. A pesar del miedo que los envolvía tras el extraño acontecimiento, su corazón encontraba calma al saber que ella se encontraba a salvo. De alguna manera, sentía una responsabilidad hacia ella, como si protegerla fuera ahora su deber.

Una vez que se reponen, deciden que su prioridad es encontrar a Nicolás. Se ponen de pie con resolución, armándose con los valiosos consejos de supervivencia que Nicolás les había impartido anteriormente.

—Si no me equivoco, veníamos de esa dirección —expone Mateo, señalando hacia un punto impreciso en la densa selva—. Quizás si regresamos por el mismo camino, podremos volver a la tribu de Araya. Con suerte, Nicolás habrá tenido la misma idea y nos reencontraremos.

Mi-Jeong escudriña el entorno con preocupación antes de preguntar: —¿Estás seguro de que es por esa dirección?

—Vamos a salir de esta, Mimi. No hay nada que temer —le asegura Mateo, tratando de infundirle confianza con su tono sereno. —Por ahora es lo mejor que podemos hacer.

Mi-Jeong asiente, tratando de mantener la calma. —Sí, lo sé. Además, Nicolás es fuerte, encontraremos una forma de hallarlo.

Mateo le ofrece una sonrisa reconfortante. —Exacto, confío en que lo encontraremos pronto. Mantengamos la esperanza y mantengámonos alerta.

Con una mirada de complicidad, se prometen mutuamente mantenerse a salvo y reunirse en caso de encontrar algún rastro de Nicolás.

Mientras avanzaban entre la densa vegetación en busca de Nicolás, Mi-Jeong percibió una sensación familiar que la inquietaba profundamente. Una suave brisa acariciaba su piel, y en el aire parecía flotar una voz melodiosa, como un eco lejano de sus sueños más profundos. Al principio, pensó que era su imaginación jugándole una mala pasada, pero la voz persistía, llamándola con dulzura.

Caminos entrelazadosWhere stories live. Discover now