Segundo interludio: Kuyaku, la Dama de la Noche

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En lo más profundo de la selva amazónica, cuando el sol se sumerge en el horizonte y la oscuridad se adueña de la tierra, emerge la figura etérea de Kuyaku, la Dama de la Noche. Con su cabellera plateada que fluye como cascadas de luna y sus ojos que brillan con la luz de las estrellas, esta criatura mágica se desliza con gracia entre los árboles, velando por el bienestar de todas las criaturas que llaman hogar a la selva.

Kuyaku, un espíritu nocturno, está estrechamente ligada al majestuoso águila arpía, símbolo de poder y majestuosidad en la selva. En ocasiones, adopta la forma de este impresionante pájaro rapaz, deslizándose entre las sombras con destreza y elegancia, protegiendo silenciosamente la fauna mientras duerme.

Su presencia apenas es perceptible para los ojos mortales, pero su voz es un susurro suave que acaricia los oídos de los durmientes, disipando pesadillas y llenando sus corazones de serenidad y paz.

Kuyaku vela por los animales que deambulan por el bosque durante la noche, protegiéndolos de los peligros que acechan en la oscuridad y guiándolos hacia lugares seguros donde puedan descansar sin temor.

Posee una luz iridiscente que la rodea siempre, acompañada por pequeñas aves blancas que brillan como joyas de cristal. Estas avecillas son sus servidoras y mensajeras, encargadas de llevar sus deseos y advertencias a través del reino nocturno de la selva.

Kuyaku tiene una conexión sagrada con la naturaleza. Puede comunicarse con los espíritus de los árboles y las criaturas del bosque, escuchando sus susurros y respondiendo a sus llamados en la quietud de la noche. Su presencia trae consigo una sensación de calma y armonía, como si el propio bosque suspirara de alivio en su cuidado.

A pesar de su misteriosa naturaleza, Kuyaku es enteramente benevolente y protectora. No conoce la ira ni el rencor, solo el deseo sincero de proteger y preservar la belleza y la armonía de la selva que ama con todo su ser. Aquellos que muestran respeto y gratitud hacia la naturaleza son bendecidos por su presencia, recibiendo su guía y protección en sus viajes a través de la selva.

La leyenda de Kuyaku ha sido transmitida de generación en generación por las tribus que han habitado la selva amazónica durante siglos. Para ellos, es un símbolo de la sabiduría y la bondad que habita en el corazón de la naturaleza, una presencia reconfortante que siempre está ahí para aquellos que la necesitan en los momentos de mayor necesidad. Así, en las profundidades de la selva amazónica, Kuyaku continúa su eterno vigía, velando por el bienestar de todas las criaturas que habitan en su reino y llevando consuelo y protección a aquellos que la invocan en la oscuridad de la noche.

Kuyaku, es una con el viento. Suele transformarse y camuflarse en su bandada de avecillas servidoras para desplazarse o normalmente desvaneserse en el manto de la noche. Sin embargo, su majestuosidad de revela cuando toma la forma de un aguila harpía con plumas plateadas, cuando agita sus alas se estremecen todos los arboles de la selva bajo su gelido frío. 

 

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