Capítulo diez: Ecos del desacuerdo

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El manto de silencio nocturno envolvía a Mateo y Mi-Jeong, sus corazones aún resonaban con la emoción de haber presenciado la majestuosidad de Kuyaku, la Dama de la Noche. Mientras las llamas de la fogata danzaban al compás de la brisa nocturna, la presencia de la criatura mágica parecía imbuir el aire con una energía serena pero palpable.

Los ojos de Mateo seguían fijos en Kuyaku, sintiendo una conexión inexplicable con la criatura. Sus colgantes irradiaban una suave luminiscencia, como si reconocieran a un ser afín. Aun así, una sensación de cautela se aferraba a su mente, recordándole su encuentro previo con Waimi y las experiencias vividas en la jungla implacable.

Mi-Jeong, por otro lado, miraba a Kuyaku con asombro y respeto, pero también con una pizca de sospecha. Aunque la presencia de la Dama de la Noche era reconfortante, su mente seguía llena de preguntas sin respuesta. ¿Podían confiar en este ser mágico que apareció de la nada?

Kuyaku, con su mirada penetrante y sus alas extendidas, parecía entender las dudas de los viajeros. Con una voz suave como el aliento del viento, comenzó a hablar resonando en el aire nocturno.

"En el susurro de las hojas y el murmullo del arroyo, he visto su camino desplegarse ante mis ojos. En las sombras de la noche, he sido testigo de su valentía y determinación. Con cada paso, tejen su destino en los hilos del tiempo, mientras las estrellas los observan con admiración."

Las palabras de Kuyaku parecían contener un mensaje más allá de su significado literal, como si estuvieran tejiendo un tapiz de verdades ocultas y promesas futuras. Mateo sintió un escalofrío recorrer su espalda, mientras trataba de descifrar el enigma que se escondía en las palabras de la Dama de la Noche.

—¿Qué quieres decir con "tejer nuestro destino en los hilos del tiempo"? —preguntó Mateo con curiosidad, su voz apenas audible—. ¿Y por qué nos has estado observando?

Kuyaku inclinó la cabeza con gracia, como si estuviera sopesando sus palabras con cuidado antes de responder.

"En el fluir del río y en el susurro del viento, he visto sus corazones entrelazarse en una danza eterna. Son como dos estrellas fugaces que se cruzan en el firmamento, destinadas a brillar juntas en la oscuridad. Pero recuerden, los caminos del destino son caprichosos, y la luz puede convertirse en sombra en un instante."

La respuesta de Kuyaku solo sirvió para aumentar las dudas de Mateo y Mi-Jeong. ¿Qué significaba todo esto? ¿Eran ellos los protagonistas de algún tipo de profecía o destino predestinado?

—Pero, ¿por qué nos has estado observando? ¿Qué es lo que deseas de nosotros? —insistió Mi-Jeong, su voz temblorosa pero firme.

Kuyaku permaneció en silencio por un momento, como si estuviera considerando cómo expresar sus pensamientos de la manera más clara posible.

"Somos guardianes de los secretos de la selva, custodios de su sabiduría ancestral. Los he observado porque su destino está entrelazado con el de esta tierra sagrada. Son los portadores de una luz que puede iluminar las sombras más profundas, pero también son vulnerables a las fuerzas que acechan en la oscuridad. Les ofrezco mi guía y protección en su viaje, pero también les advierto: el peligro les aguarda en cada paso que dan."

Las palabras de Kuyaku resonaron en la mente de Mateo y Mi-Jeong, llenas de significado y advertencia. Aunque sentían una conexión con la criatura mágica y una sensación de gratitud por su oferta de ayuda, también sabían que debían ser cautelosos y estar preparados para enfrentar los desafíos que les esperaban.

Caminos entrelazadosWhere stories live. Discover now