Capítulo once: El corazón salvaje

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Mientras Mi-Jeong corría, el sonido ensordecedor del deslizamiento de tierra la perseguía, retumbando en sus oídos como un trueno implacable. Cada paso era una lucha contra la gravedad y el caos que la rodeaba, sus pies se hundían en el suelo movedizo mientras trataba desesperadamente de mantener el equilibrio. El miedo se apoderaba de ella, envolviéndola como una manta fría y opresiva, haciéndola temblar con cada respiración entrecortada.

La selva, antes un lugar de belleza serena, se había transformado en un laberinto de peligro y desesperación. Los árboles, que alguna vez habían sido testigos silenciosos de la vida en el bosque, ahora se tambaleaban y crujían peligrosamente, amenazando con caer en cualquier momento. El aire estaba cargado con el olor acre del polvo levantado por el deslizamiento de tierra, haciendo que Mi-Jeong se atragantara con cada bocanada que inhalaba y dejando un regusto terroso en la boca.

La neblina de polvo se disipaba lentamente en la selva, Mi-Jeong se encontraba sola, rodeada por la densa vegetación que parecía cerrarse a su alrededor como los brazos de un gigante invisible. El silencio era abrumador, interrumpido solo por el eco lejano de los gritos de Mateo que aún resonaban en su mente. Con el corazón palpitando con fuerza en su pecho. Aturdida y en estado de shock por todo lo que había pasado, Mi-Jeong luchaba por procesar la magnitud de la situación. El movimiento de la selva parecía tener una cualidad sobrenatural, como si estuviera viva y respirando, acechándola desde las sombras con una malevolencia oculta.

Entre jadeos agitados, los recuerdos comenzaron a inundar la mente de Mi-Jeong. Recordaba la mirada severa de su madre, una mujer de porte distinguido y belleza atemporal, cuyos ojos oscuros destilaban determinación y ambición. Desde temprana edad, su madre la alentaba a seguir sus sueños de convertirse en diseñadora gráfica, infundiendo en ella el valor para perseguir lo que amaba. 

Pero a medida que crecía, las tensiones entre ellas aumentaban, como una sombra que se cernía sobre su relación. Su madre, arraigada en las tradiciones y expectativas sociales, anhelaba que Mi-Jeong siguiera un camino más convencional, mientras que Mi-Jeong anhelaba la libertad de explorar el mundo y seguir su propio camino. El peso de las expectativas que siempre había llevado sobre sus hombros se había vuelto cada vez más abrumador, convirtiéndose en una carga que la oprimía día tras día. La presión de tener éxito en su carrera, de cumplir con las expectativas impuestas por su madre y la sociedad, había dejado una marca indeleble en su espíritu inquieto. ¿Había sido un error abandonar la seguridad de su vida anterior? ¿Estaba destinada a vagar perdida para siempre en este lugar inhóspito?

Recordó con cariño los días de su infancia en Seúl, especialmente los momentos compartidos con su madre. A pesar de las tensiones entre ellas, había una conexión profunda que las unía. Uno de esos recuerdos destacados era una cálida tarde de verano en la que su madre la llevó de excursión a un valle cercano. Mientras caminaban por los senderos sinuosos, su madre le contaba historias sobre la naturaleza y la importancia de ser valiente ante los desafíos de la vida. Las diferencias las habían distanciado en ciertos momentos, pero Mi-Jeong había heredado el espíritu aventurero de su madre, una chispa que siempre permanecía viva en su interior.

—Recuerda, Mi-Jeong, la verdadera belleza viene del coraje y la determinación —le decía su madre con una sonrisa llena de complicidad—. Siempre sé fiel a ti misma y nunca tengas miedo de seguir tus sueños.

Mi-Jeong asentía con determinación, absorbía cada palabra de sabiduría que su madre le ofrecía. Siempre había sentido un profundo amor y admiración por ella.

Volvió al primer recuerdo. Mi-Jeong se encontraba en su dormitorio, discutiendo acaloradamente con su madre sobre su decisión de abandonar su carrera en Seúl. Su madre la miraba con una mezcla de preocupación y orgullo en sus ojos llenos de historia y experiencia.

Caminos entrelazadosWhere stories live. Discover now