Diez

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La campana sonó, indicando que la última hora de clase que lo separaba de la libertad había acabado. 

Percy tomaba sus cosas y se dirigía al casillero, cuando escuchó una voz conocida.

"¡Percy!" 

Cuando giró y la vio, Reyna cargaba una montaña de cuadernos en las manos. Percy se acercó y tomó algunos, pues sabía que ella nunca aceptaría que él llevara todo. 

"¿Dónde está tu casillero?" Reyna señaló el casillero 15D, que se encontraba al final del pasillo. Fue difícil llegar a él con todos los adolescentes que iban de un lado al otro, emocionados por terminar el primer día laboral de la semana, pero lo consiguieron. 

Luego de guardar todo, los dos chicos salieron del colegio. En la calle, un auto negro estaba estacionado, esperando a Reyna, creyó Percy. 

"Entonces, ¿sí irás?" preguntó Reyna, que sonreía y tenía el teléfono en la mano. Eran las tres de la tarde y el día era relativamente cálido comparado con los anteriores. 

Percy asintió; aunque una parte de él se sentía intimidado por estar entre un grupo tan grande de personas, otra parte estaba emocionado. Lo habían recibido de una manera increíble a pesar de ser nuevo. 

"¿Sabes dónde es, no es así?" Percy no conocía muy bien la ciudad, así que negó con la cabeza. "Si quieres puedo ir a tu casa y podríamos ir juntos." 

"Claro, me harías un gran favor." respondió. 

Reyna le regaló una sonrisa antes de subirse al auto negro e irse. 

...

Annabeth llegó a casa y fue directo al baño. 

El agua llenaba la oscura tina, mientras Annabeth dejaba todas sus pertenencias a un lado. Tenía un ensayo de doscientas palabras de historia, lo que le quitaría una hora. Habían quedado en encontrarse en los bolos a las cinco, y eran las tres y media, así que todavía tenía tiempo. Apartó su celular y entró en la bañera. 

El agua fresca relajó sus músculos y quitó la tensión de sus hombros. Annabeth soltó un suspiro, y dejó todo lo referente a la escuela a un lado. 

Cerró los ojos y el acertijo volvió a su cabeza. Los últimos años habían sido los peores; cada vez más chicos daban respuestas sin sentido, y se enfadaban o decepcionaban cuando ella respondía que esa no era la respuesta. Uno había llegado a  llorar, y Annabeth no había sabido cómo actuar, así que sólo se alejó, lo que sólo sirvió para empeorar las cosas.

Annabeth sospechaba que ya hace mucho tiempo los chicos habían dejado de querer resolver el código por salir con ella; se había convertido en una apuesta. 

Quien resolviera el acertijo, sería el ganador. Y ahora eso era lo único que importaba. 

"Todo por una simple y estúpida combinación de números y letras." susurró Annabeth. 

Tomó aire y sumergió su cabeza en el agua, mojando el suelo del baño. Pero eso no importaba. 

Salió, tomó su toalla y se dirigió a su cuarto. 

Revisó el celular, y lo único que encontró fue un mensaje de Pipes: 

Estoy ahí en diez minutos. 

Lo había mandado hace siete, lo que significaba que estaba cerca. Tomó un viejo vestido, se lo puso y encendió la laptop. 

Iniciaría el ensayo ahora. 

...

Percy tiró el cuaderno. Estaba cansado de la biología... 

¿Por qué no podrían ponerle nombres más fáciles? 

Ácido desoxirribonucleico.

Gracias al tocino a alguien se le había ocurrido abreviarlo como ADN. 

Se levantó del escritorio y recogió el cuaderno, que había terminado en el suelo, cerca de la ventana. Alzó la vista y vio la casa de Annabeth, lo que hizo que pensara en ella. 

Ella era bonita, no había por qué mentir. Pero Vania lo era mucho más. 

Vio el celular en su cama, y un cosquilleo recorrió sus dedos. Quería escribirle. 

Sin embargo, no lo haría. ¿Qué podría decirle? 

Se sentó y retomó su trabajo; quería terminar esto antes de las cuatro. 





The Code Where stories live. Discover now