Veintiuno

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Annabeth recogía los libros de su casillero para la primera materia del miércoles: Historia. Realmente amaba la historia, aunque ésta no era superada por álgebra, matemática, física o química. Todas sus materias favoritas usaban la lógica, lo que hacía que se concentrase en los números y no en su vida. Las letras y números en la pizarra eran fácilmente resolubles... ¿Su vida? No tanto. 

"¿Te ayudo con eso?" Preguntó Percy, que usaba la camisa del uniforme por fuera y la corbata desanudada. Él era todo lo contrario a Annabeth: A ella le gustaba el orden y a él no le importaba si algo estaba fuera de lugar. Ella luchaba por lo que ella quería y era terca, él cedía y era amable. Ella siempre creyó que "los polos opuestos" era una ley que se limitaba a los imanes. 

Annabeth negó con la cabeza. 

"Creí haber dicho que odio los clichés, Perseus." Aunque vivo en uno, pensóTomó su libro de 200 páginas sobre historia mundial y un pequeño cuaderno de apuntes. 

"Oh, vamos. Sólo quiero ayudar a mi mejor amiga, y eso no es cliché. Hasta lo que sé, yo no soy ningún vampiro o un hombre lobo, no estás atascada en ningún triángulo amoroso ni estás enamorada de mi, tu mejor amigo." 

El corazón de Annabeth dio un salto, amenazando con salir de su pecho, y ella pidió a todos los dioses que no se notara el color en sus mejillas. 

"Al parecer ya te has autodenominado mi mejor amigo, sesos de alga." Respondió. 

Él soltó una carcajada. 

"Espera, ¿Sesos de alga? ¿Y eso por qué?" Preguntó, tomando el libro de Annabeth en contra de su voluntad. 

"Sé que te uniste al equipo de natación, Perce." 

"¡Oh, pero mi cerebro no está lleno de algas!" 

Ella asintió sarcásticamente y emprendió su camino al aula 213; faltaban aún siete minutos para que sonara la campana de inicio de clases, así que ella tomó asiento en la primera fila, como siempre, y Percy dejó su libro en su mesa. 

"¿No tienes que ir a Física?" Preguntó Annabeth, abriendo el libro en el capítulo sobre la colonización de América. 

"¿Así que ya te aprendiste mi horario, eh? Ahora sí, confirmo que eres mi mejor amiga." Respondió Percy, mientras se sentaba en la banca que se encontraba a su lado. "Aún tengo seis minutos."

"Pensé que estarías con Vania." Él hizo una mueca. "Oh, ¿Pelearon?"

Probablemente ella debería estar feliz por eso, pero ver a Percy con una mueca triste no era habitual, y ella detestaba verlo triste. 

Él estaba a punto de contarle lo que había pasado cuando Piper entró al salón y abrazó a su mejor amiga. Percy decidió dejarlas a solas para que conversaran, se despidió de Annabeth con un beso en la frente  y con la promesa de acompañarla a su casa. 

Cuando él salió del aula, Piper ahogó un grito que ella sabía había estado guardando desde que los vio solos en el aula. Piper, a pesar de saber que Percy salía con Vania, no perdía las esperanzas de verlos juntos. Annabeth negó y soltó un suspiro. 

"No va a pasar, Piper."

"Pero... Pero... ¡Annie, tienes que decirle lo que sientes!" Respondió en voz baja, aunque se sintió como un grito, y las pocas personas que tenían alrededor la observaron extrañados. Unas cinco o seis personas tomaban asiento en las últimas bancas, y el sr. Gomez no aparecía en ningún lado. Con un poco de suerte, llegaría tarde. 

"James me besó, Piper." Soltó de repente. Ellas no habían hablado mucho desde que Jason y Piper oficializaron la relación, por lo que no había podido contarle lo sucedido en la  casa de James. 

La mandíbula de Piper cayó tan rápido que Annabeth pensó que se había desgarrado un músculo o algo. 

"¿Resolvió el acertijo...?"

Ella negó con la cabeza. 

"¡Olvidaste el acertijo!"

Ella negó por segunda vez. 

"Entonces estoy perdida."

Annabeth le contó todo lo que había sucedido y por qué permitió que James la besara, hasta que llegó el sr. Gomez y las interrumpió. 

Cuando llegó la hora del almuerzo Annabeth terminó su historia y Piper había quedado tan confundida como ella. No sabía qué consejo darle a su amiga, porque si ella estuviese en una situación así, ella no sabría qué hacer. En un lado estaba el chico que ella quería, pero que no le prestaba atención, y en el otro estaba aquel lindo chico que la quería, y que ella empezaba a querer también.

Annabeth suspiró. 

"¿Ves a lo que me refiero?" 

Piper asintió y le dio un mordisco a la manzana que tenía entre las manos. Annabeth jugaba con la pasta que tenía en frente. El olor de la cafetería no era un buen incentivo para comer día a día, pero especialmente hoy se sentía sin apetito, y no era necesariamente por esa razón. 

Alzó la cabeza y vio a Percy y a Vania jugueteando en una de las mesas lejanas; eso significaba que ya habían hecho las paces. 

Piper apretó la mano de su amiga. 

"Todo estará bien, Annie. Tú siempre encuentras una solución." 

Ella sonrió débilmente... Tal vez si le daba tiempo a su cabeza para pensar y poner en orden sus prioridades... 

Pero esa no era ella. 

Ella jamás retrasaría algo de esa forma... Era hora de que respirara hondo y empezara a resolver sus problemas, sin tratar de evitarlos.

"Tengo que decirle." Soltó en un susurro la chica rubia.

Piper mordió su labio, un gesto que hacía cuando estaba nerviosa.

"¿Segura, Annie? No creo que estés lista para lo que sea que él responda a lo que quieres decirle."

"Pipes, se lo diré, apóyame y no me asustes..."

"Annabeth, él sería un idiota si te dijera que no."

El resto de la tarde pasó con tranquilidad... Para todos, excepto para ella. En su cabeza repasaba mil formas de cómo explicar lo que estaba sucediendo con ella, e imaginaba mil formas en las que él podría reaccionar.

Cuando llegó el final del día ella guardó todas sus cosas en su casillero y aguardó por Percy en la entrada del colegio. Pero cuando salió se encontró con un chico de salvajes ojos café que la estaba esperando.

"He resuelto el acertijo" Dijo James, mientras la abrazaba con fuerza.




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