Las Seis Reliquias

Capitulo 3

ROSABELLA

Ya había pasado las primeras pruebas, debía de sentirme algo más relajada. Pero mi mente no podía parar de pensar en lo que me esperaba mañana, la graduación del elemento. Los nervios por el examen estaban haciendo que mi clara y pecosa piel se estuviera resecando, que mis ojeras hubieran casi triplicado su tamaño y que mi cobriza melena estuviera encrespada y sin apenas brillo.

Aunque hubiera podido superar las primeras pruebas, que acreditaban que tenía un nivel básico de magia, como mover objetos o sanar una pequeña herida. Dudaba que puediera graduarme para continuar con mis estudios, puesto que a diferencia de otras brujas yo era mestiza. Una peculiaridad que solo se había dado otra vez en mi aldea, y de la que apenas se conocía información. Mi padre, brujo, a sus 19 años había emprendido un viaje en busca de su elemento, puesto que en mía aldea los elementos solo se adjudicaban a las mujeres. Regresó al pueblo con un bebé de aspecto humano, pero con magia, es decir conmigo, puesto que se enamoró de una humana, mi madre.

Tras una larga noche, hoy era el día en el que me debía graduar y para ello pasar las pruebas de mi elemento. Cada año todas las chicas de 14 años de la aldea se reunían el último día del ciclo lunar de marzo y realizaban 3 pruebas del elemento que hubieran escogido, fuego, viento, tierra o agua. Mi elección había sido el fuego, puesto que el bailar de las llamas me hipnotizaba.

Acababa de llegar a la sala central donde ya se encontraban la mayoría de las chicas, entre ellas Lana Wyther. Hija de la directora y la chica más popular de la aldea, tenía a todos los brujos babeando por ella y además las chicas la seguían como si fuera la reina. Era rubia con la mancha negra en las manos, símbolo de la alta nobleza, y su corazón perfecto en la cabeza. A diferencia de mí que para todos los brujos era muy fea, puesto que mi aspecto era más parecido al de una humana. El único rasgo de bruja que me quedaba eran las manchas negras que todas las brujas tienen. Las mías se encontraban alrededor de mi cuello, pero mi pelo las tapaba la mayoría del tiempo.

La profesora Charlton salió y empezó a llamar a las chicas que habían escogido el agua, luego a las de la tierra y las del viento y por último a las del fuego. Cuando dijo mi nombre me levanté y sin apenas acordarme de como se andaba me dirigí a la puerta.

-Buena suerte, tu puedes- me grito desde lejos Piper, la única bruja con la que me llevaba.

Tras pasar la puerta llegué a una sala oscura, así que supuse que habían comenzado las pruebas. Se trataba de un laberinto, donde debía de iluminarme y no caer en ninguna trampa. Después de varias vueltas evitando flechas y diversos animales salvajes ya divisaba la salida. Acababa de pasar la primera prueba y no me lo creía, ya casi era una bruja. Al salir del laberinto llegué a una sala de hielo, tendría que derretir las paredes para así abandonar esa sala. Puse mis manos sobre el hielo y me concentré en hacer que desapareciera. Caía agua por toda la sala pero aun así no lograba deshacer la pared. Mis piernas estaban entumecidas y mis manos no paraban de temblar de frío. Ya llevaba casi una hora intentándolo, cuando me desmaye. Pero no podía darme por vencida, debía levantarme y seguir derritiendo la pared. Tras lo que yo calculé como otra media hora, mis manos eran de color morado y apenas tenía fuerzas para respirar. Pero justo en ese momento la pared cedió y pude acceder a la última estancia. Para poder convertiré en una bruja debía de controlar un gran incendio, sin que este me causara daños. Me encontraba en un gran bosque ardiendo. Y sin pensármelo dos veces me puse en el medio de este para dominar las llamas que iban de un lado a otro. Mis intento de someterlas fueron en vano, mi poder no era tan fuerte. Y estaba empezando a tener visiones a causa del humo que se desprendía. Mis mayores temores y miedos se habían hecho realidad, no podría completar mis estudios. No era capaz de pasar la última prueba.