Capítulo 8

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EDITH 

Un día tranquilo. Ni siquiera tenían que ser 24 horas. ¿Era mucho pedir? Nada de asesinos novatos, ni hadas locas, ni elfos terroristas... Y lo mejor es que esta vez no era por mi culpa, no era nadie que quisiese atentar contra mi vida o robarme la daga - "algo que por cierto, debería buscar" -, pero estaba metida en medio.

Me dirigía a la puerta cuando Tristan - que no sabía cuando se había vestido - se interpuso entre ella y yo.

-¿A dónde te crees que vas?

-A pedirles explosivos, siempre he querido volar algo por los aires.

-Deja el sarcasmo, esto es un asunto importante.

-Y por eso quiero ayudar.

"Y ganarme tu confianza y la de los elfos para que me ayudéis a encontrar la daga y el resto de las Reliquias."

-Pero eres una humana.

-Claro, olvidaba que los elfos sois superiores.

-No Edith, pero respecto a resistencia tú tienes menos, y es más posibles que te ocurra algo. Y no voy a permitir que te pase nada.

"La primera vez que alguien se preocupa por mí y es por un atentado."

-Pero odio estar de brazos cruzados, algo podré hacer.

-Quédate aquí. Puedes leer alguno de mis libros, aprender algo más de los elfos. Ya sabes, por si te vas a quedar un tiempo...

"¿Está insinuando lo que creo que está insinuando?"

-Vale, pero ten cuidado, que aunque seas un elfo creo que la muerte te afecta como a los humanos.

"Y si mueres no tiene sentido que me quede en el sitio donde espero encontrar la información que necesito."

Sonrió, incluso habiendo un atentado contra su vida sigue sonriendo. Estúpido.

-Voy a solucionar este asunto y cuando vuelva - me besó en la frente - cenamos, que tengo hambre.

Salió disparado y sin arma, al menos que yo viera, pero dudo -espero- que no fuese tan estúpido como para salir desarmado. Sobre todo teniendo en cuenta que se enfrentaba a gente que le podían mandar al Reino del Sol y de la Luna a la vez...

Me asomé por la puerta y le vi, corriendo en dirección contraria a la que habíamos venido. Luego giró a la derecha, ¿a dónde se dirigiría? A lo mejor ahí había una Reliquia, u oro... Puestos a elegir la Reliquia, pero no creo que me fuese a dejar indiferente, fuese lo que fuese. Él dijo que quería que aprendiese más cosas de los elfos, así que le tuve que seguir, sin que se diese cuenta, obviamente.

Avancé por el pasillo haciendo menos ruido que cuando me levantaba con seis años por la noche para comer las galletas que hacía mi padre... 

"Mierda, otro recuerdo. ¿Qué cojones me pasa?"

Seguí caminando, buscando la entrada de Tristan pero no había nada. El pasillo era completamente liso hasta donde alcanzaba la vista. Pero le había visto desaparecer y los elfos no pueden atravesar paredes, al menos que yo supiese. Pero sí, según me había dicho, eran buenos con las ilusiones, empleando un poco de magia.

Volví a la puerta de la habitación del príncipe - "sigue sin parecer de la realeza" - y caminé con la mano derecha apoyada en la pared. Era una pared normal hasta que mi mano la atravesó. Sonreí. Para ser tan inteligentes podían haber buscado una llave para abrir esta "puerta", porque solo una ilusión no protegía mucho y cualquiera que la descubriese era capaz de entrar.

Las Seis ReliquiasWhere stories live. Discover now