Capítulo 17

118 0 0
                                    

ROSABELLA


Nada más oír la palabra bruja mi cuerpo pareció estremecerse y ponerse alerta, empecé a correr como pude, pero mi cuerpo se balanceaba de un lado para el otro, era incapaz de pensar con claridad. Más de una decena de hombres corrían detrás de mí, aunque parecía que aquel hechizo les había afectado incluso más que a mí, muchos de ellos se tropezaban con sus propios pies. Doble la esquina y un griterío se escuchaba por detrás, tenía que esconderme, jamás correría más rápido que ellos. Abrí la primera puerta que encontré, nada más traspasarla caí sobre un mullido montón de paja, mi cuerpo era pesado apenas podía levantarme. Saqué las últimas fuerzas que me quedaban y me arrastre hacia la zona más oscura y menos visible que encontré y allí me acurruque esperando a que todo pasase.

-¿Dónde estás pequeña bruja? ¿No te apetece salir a enseñarnos un poco de tu magia?- algunos de los hombres que sí creían en la magia seguían buscándome, era una presa muy valiosa para ellos.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas, jamás había sentido una sensación tan angustiante, mi cuerpo solo me pedía dormir, pero debía de estar alerta ante lo que pudiera pasar

- - -

Parecía que habían pasado años desde que salí de aquella embrujada taberna. Todavía no sabía cómo había logrado escapar de las manos de aquellos hombres, ¿cómo había sido tan tonta de haber enseñado mis manchas? Menos mal que más de la mitad de los que se encontraban en aquella lúgubre posada no creían en la magia. Si no hubiera sido mi fin. Aunque para ser sincera tampoco me hubiera importado, no tenía nada por lo que vivir, nadie me echaría de menos. No sabía ni siquiera si el Cazador de hombres seguiría esperándome o habría engañado con su atractivo a otra chica estúpida como yo, para que le hiciera el trabajo sucio.

Llevaba días escondida en unas caballerizas, apenas había comido y bebido. Pero no podía salir al exterior, todavía había algunos hombres buscándome para capturarme. Durante este tiempo pensé en quitarme la vida, acabar con todo este sufrimiento. Pero ni siquiera tenía el valor de hacerlo, me aterrorizaba la idea de la oscuridad. Las brujas no me admitirían en su santuario, quedaría como un alma, vagando el resto de mis días, ni siquiera los espíritus me acogerían como una de los suyos. Estaba sola y acabada, no encajaba en ningún sitio. Tampoco era lo suficientemente bruja como para volver a mi aldea, allí todo el mundo me humillaría incluso más de lo que ya lo hacían antes, y además me tendría que someter a un juicio público por mi incidente en la taberna. A las brujas no se nos permitía que los humanos conociesen de nuestra existencia, puesto que si se supiera podría ser el fin para nuestro pueblo.

Lo único que podía hacer era huir esa misma noche hacia las tierras deshabitadas del oeste, allí se encontraba el bosque de los ahorcados, el Aokigahara, decían que la magia de todos los infelices que se habían suicidado se concentraba allí, y que el que lograse penetrar en el interior de la frondosa vegetación hasta llegar al núcleo tendría más magia que ningún ser conocido. El único problema es que tanta magia un cuerpo terrenal solo la podía aguantarla durante un pequeño tiempo, puesto que las almas de los suicidas se adentraban en tu corazón y poco a poco te iban destruyendo desde su interior. No era la mejor solución pero era lo único que podía hacer, mi única esperanza era volver a reunirme con el Cazador, no soportaba la idea de quedarme sola de por vida.

Ya caía la noche y la oscuridad bañaba las calles, era mi momento. Debía salir de la villa y para ello tenía que ser extremadamente cautelosa si alguien me veía me quemarían en la hoguera. Nada más oí las 12 campanadas que marcaba el reloj de la iglesia emprendí mi marcha. A esas horas nadie estaría en la calle, por lo que podría salir sin ningún problema.

Tras un buen rato caminando el pueblo ya quedaba a unos kilómetros de distancia, por fin estaba fuera de peligro. Me adentraría en los pinares de esa forma no sufriría ningún peligro. Al fin estaba a salvo. Lo único que debía de buscar ahora era comida y un refugio, esperaría a la mañana para tomar rumbo al oeste.

Nada más salieron los primeros rayos del sol me puse en marcha, apenas había podido dormir, llevaba semanas sin lograr tener un sueño conciliador. Cada día me notaba más y más pesada, pero no podía pararme para descansar no tenía tiempo que perder, estaba segura de que alguna ingenua como yo, ya estaba buscando el libro pero no sería para ella, yo lo conseguiría. Debía reunir el poder suficiente para poder romper los hechizos de las otras brujas. 

Kamu telah mencapai bab terakhir yang dipublikasikan.

⏰ Terakhir diperbarui: Dec 06, 2016 ⏰

Tambahkan cerita ini ke Perpustakaan untuk mendapatkan notifikasi saat ada bab baru!

Las Seis ReliquiasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang