Loverboy ~ Nathan Sykes Fanfic (versión español).

loverboy capítulo 29. || "¿eso es de un libro?"

La mañana siguiente, me desperté en un día soleado y cálido en La Gran Manzana. Las sábanas de la cama de Ashley me cubrían todo el cuerpo. Olían a fresas mezcladas con vainilla... Como ella. Sonreí ante eso y salí de la cama. Mientras salía de su cuarto, noté que el apartamento estaba lleno del distinguible aroma de huevos revueltos y tocino frito recientemente. Inhalé el olor y mi estómago comenzó a rugir. No había comido nada desde ayer, en mi vuelo hacia New York. Entré a la cocina donde Ashley estaba al frente de las puertas del refrigerador, sirviéndose un vaso de jugo de naranja.

- sintiéndote un poco americana hoy, puedo verlo, huh. - dije bromeando con ella y se volteó con un pequeño salto. Un poco de jugo salpicó en el piso.

- ¿qué rayos.....? ¡Nathan! ¡Me asustaste! - dijo sorprendida, sus dos ojos abiertos ampliamente. - necesitas trabajar en tu comunicación amigo, ¡anoche no me dijiste que te estabas cambiando en mi cuarto mientras yo estaba en el baño! - comentó y rió un poco.

Sí. Anoche.

No pude dormir bien anoche. Me dejó dudando sobre si de verdad quería estar conmigo de nuevo o no. Pregunté que si me había superado o no, y ella simplemente dijo buenas noches y se fue.  

He visto eso muchas veces en películas y cosas como esas, así que pensé que todas las chicas son siempre iguales: maestras de la tortura y siempre queriendo dejarnos con la duda a nosotros. Quieren meterse en nuestra piel para llegar a nuestra cabeza y golpearnos justo donde nos duele.

Pero a pesar de todo, quería estar con ella. No bromeo. Quiero decir, podrá ser maravilloso, podrá ser mágico, podrá ser todo lo que yo quería, un milagro tal vez, pero incluso si me enamoro otra vez de alguien nuevo, nunca podrá ser de la manera en la que la amo a ella.

Mi corazón se paró cuando chasqueó sus dedos al frente de mi cara. - ¿Nathan? ¿Estás allí? - me preguntó confundida.

- ¿huh? - regresé a la Tierra. - sí, sí, simplemente.... Tengo hambre. - dije y sonreí con las comisuras de mis labios, sin mostrar los dientes.

Me sonrió de vuelta y asintió hacia la comida. - ¿te gustan los huevos revueltos, el tocino frito y las tostadas? - me questionó. La miré con cara de "no estás hablando en serio". ¿A quién no le gustaban los huevos revueltos, tocino frito y las tostadas, en serio? Pareció tomarse mi sarcasmo como un insulto o algo porque me golpeó el brazo bromeando. - ¡dejas el sarcasmo AFUERA de la puerta de mi apartamento! - dijo y sacó una carcajada.

- ¿por qué? ¡No lo puedo evitar! - reí junto con ella mientras me servía mi desayuno en un plato redondo blanco.

Nos sentamos en su mesa para desayunar y hablar sobre lo que sea que se nos viniera a la mente.

- bonitas fotos las que tienes en la pared de cuarto. - comenté y tomé un bocado de tostada.

Miré hacia otra parte y se ruborizó, limpiando las pequeñas migas de pan que estaba alrededor de su boca con su mano. Era tan perfecta en cada manera. - ¿tu... Tu las viste? - dijo y puso un mechón de su cabello marrón dorado atrás de su oreja.

- sí, quiero decir... Están por toda la pared. - dije y sacudí mi cabeza como queriendo decir "es obvio".

Rió nerviosamente. - solían haber más, pero... - su voz se apagó.

- ¿pero qué? - la miré fijamente confuso mientras su mirada se convirtió en vacía y congelada.

- no, um, no es nada. Es bueno que las hayas vistos. -

- sí... Tú... - aclaré mi garganta. - tú te ves hermosa en todas. - terminé de decir con un sorbo de jugo de naranja.

- no son nada especiales, simplemente.... Yo siendo loca. Básicamente siendo yo. - dijo y arqueó sus cejas.