57. Vicios

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CAPÍTULO 57:

57. Vicios

Madison, 30 de octubre de 2013

«Quiero que conozcas a alguien, también quiero enseñarte un par de cosas más». Esas habían sido las palabras de Jordan cuando de último momento le informó a Dylan que iban a irse a Madison. Los últimos dos meses habían sido puros viajes, tenía varias faltas en el colegio pero tampoco eran la gran cosa. El problema podía ser que Dylan había disminuido sus calificaciones por falta de estudio, el tiempo esta vez casi ni le sobraba. También fue hace dos meses cuando Riley y Dylan tuvieron una fuerte discusión que hizo que ambas tomaran caminos diferentes, Riley descubrió que Dylan consumía drogas y también que ya no vivía en la casa de su tía. Aquel chico con el que ella salía le daba muy mala espina y sabía que tenía algo que ver con las drogas, Riley lo etiquetó como «el drogadicto al que te regalaste» y Dylan se cabreo de tal forma que la hubiera golpeado si no se hubiera dado cuenta que era mejor que lo catalogue de esa forma antes de que sepa cuál era su verdadera relación con las sustancias ilegales. '

Jordan había consumido drogas antes de conocer a Dylan y también mantenía algunas dosis durante sus primeros encuentros hasta que dejó de consumir por completo. Cuando Bronx pasó a ser parte de los lobos, no pasaba a más de una línea de cocaína, dos porros o una pastilla de éxtasis cada tanto, era su manera de complacer viejos vicios, había quedado cierta marca desde aquel entonces que escapó de su casa. Después de que Wexler le cediera el puesto, sabía que tenía que tomarse el asunto con mayor responsabilidad, era divertido compartir marihuana con amigos y colegas pero cuando aquellas reglas bajaran, las cosas en el grupo habían a cambiar por completo.

Ya en sus cortos doce años había visto más atrocidades que cualquier otra persona. Había crecido en las calles, como un vagabundo, sin familia, sin hogar, un completo marginado. Había probado la cocaína antes que cualquier dulce, la marihuana antes del beso de alguna mujer y también aprendió a golpear sin tener a nadie que le enseñara. Su padre solía ser violento y más de una vez, Jordan tenía marcas en el cuerpo pero no se comparaban para nada con las de su mamá. Mientras buscaba lugares en dónde quedarse, no podía sacarse aquella horrible escena de la cabeza. Los gritos de su madre no dejaban de dar vueltas en su cabeza, las marcas de los golpes de su padre tampoco se iban. Necesitaba dinero, tenía que comprar comida, ropa, algo con qué soportar el otoño. Fue entonces cuando lo encontraron en una estación de trenes durmiendo arriba de una de las banquetas después de robar algunas billeteras y algunas Pringles y sándwiches en estaciones de servicio. Un hombre lo despertó al notar que estaba temblando y no del frío, Jordan miró su rostro detenidamente, tenía unos cuarenta años aunque podía ser que tenga menos, delgado, con cabello negro y piel pálida. Jordan pensó que estaba muerto porque aquel hombre parecía un fantasma, sus manos eran tan delgadas como su rostro y su piel tan seca que se descascaraba.

-¿Quieres sentirte un poco mejor, hijo? - aquel hombre había preguntado con voz ronca- Si tú me consigues algo que valga dinero, yo te daré comida y algo que te hará sentir mejor.

Jordan se sentía confundido y algo asustado, aquel hombre tenía un aspecto escalofriante pero le estaba ofreciendo algo que él necesitaba con urgencia. Solo había comido una vez en el día y había sido hacía unas tres horas, el día anterior tenía que conformarse con cosas que rescató de la basura.

-¿Y por qué yo? -Jordan reunió un poco de coraje para hablar.

-Te estuve echando el ojo, niño. -el extraño con pinta de vagabundo respondió en voz baja- Tienes buena maña para robar y yo necesito dinero.

Addicted [l.r.h.] #1Where stories live. Discover now