68. When I'm Gone

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CAPÍTULO 68:

68. When I'm Gone

Sus ojos no se despegaban de su nombre, como si de esa forma pudiera volver a traerla a la vida. Le había llevado flores, fresias, sus favoritas. Después de tantos años, ella era la única que la iba a visitar, cada vez que iba al cementerio seguían estando sus flores y por más secas y viejas que estén, nadie más que ella las cambiaba. Seguramente su hermana se había vuelto una demente de primera, Dylan jamás volvió a escuchar hablar de ella, tampoco la vio por el pueblo y tampoco a su prima a la que supuso que se había mudado de ciudad, eso que tanto quería hacer hace cuatro años. Se comenzó a preguntar cómo puede ser que una gran mujer como ella solo tenga una visita, ¿o será que va alguien más que no quiere dejarle flores? Es algo que nunca se dejará de preguntar pero desea que por lo menos así fuera, no quería dejarla sola, aunque sabía que ella siempre estaba a su lado. Había sobrevivido tantas luchas que no había otra explicación a no ser de que su madre estaba con ella protegiéndola a cada instante, porque así se sentía, que había algo más ahí junto a ella que la hacía más fuerte, una sobreviviente.

Nuevamente, Mockingbird de Eminem sonaba por los auriculares, era el único sonido que ella podía escuchar, la música y la voz de Eminem cantando su canción favorita. Esta vez no lloró, se quedó pensando en ella con una suave sonrisa en el rostro, mucho más cuando When I'm Gone salió en el reproductor.

"And when I'm gone, just carry on don't mourn, rejoice every time you hear the sound of my voice. Just know that I'm lookin' down on you smiling and I didn't feel a thing so baby don't feel no pain, just smile back."

Cerró los ojos por unos segundos dejando escapar una sola lágrima, sin dejar de sonreír porque eso era lo que causaba en ella, felicidad, y este era su momento para poder ser feliz.

Después de una larga mañana tras una llamada telefónica y una visita a su madre, volvió a los bosques más tranquila, como si su madre hubiera estado sentada junto a ella acariciándole la espalda diciéndole que todo iba a estar bien. Se sentía más completa, o mejor dicho, menos vacía.

Eran las diez y veinte de la mañana cuando abrió la puerta de la cabaña y de repente se encontró a un Luke muy preocupado. Se quedó congelado mirándola, como si se hubiera aparecido un fantasma. Se quedó a unos dos metros de ella mirándola a los ojos y suspiró aliviado.

-Pensé... -él mencionó cortando sus propias palabras- Pensé que te habías ido.

Ella miró hacia la derecha de él para volver a mirarlo a los ojos.

-¿Irme sin todas mis cosas? -ella le señaló con la mirada hacia uno de sus lados y él miró los bolsos de Dylan detrás del sofá.

Luke rió con nerviosismo.

-No lo vi... es que... -volvió a trabarse- al irte sin decirme nada pensé que...

-Todavía estoy aquí, Luke. -lo cortó entrando a la cabaña y cerrando la puerta.

-¿En dónde estabas? -él pregunta con curiosidad.

Luke se había despertado al darse cuenta de la ausencia del cuerpo de Dylan a su lado, abrió los ojos de golpe, sin importarle el reflejo del sol y lo mal que le hacía a la vista. Se había encontrado con una frazada más, completamente tapado y supo que esa había sido ella. Se levantó de la cama, se vistió y comenzó a buscarla por toda la casa, era un espacio pequeño pero revisó cada rincón como si tuviera algún lugar recóndito, un sótano o algún lugar donde pudiera esconderse. Se había comenzado a preocupar por ella, la llamó al teléfono y le daba ocupado, no había forma de poder comunicarse. Salió afuera y la buscó por los bosques, caminó por una hora pero tampoco había encontrado nada. Volvió a la cabaña con las pocas esperanzas de que ella iba a volver, no pudo volver a dormir y mucho menos en la cama en la que habían dormido juntos, esa cama que tenía un mar de recuerdos, recuerdos que nunca iba a olvidar.

Addicted [l.r.h.] #1Where stories live. Discover now