Capitulo 14

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César:

Rabia e impotencia corren por mi cuerpo. Acaba de irse sola, aun sabiendo que Mario sigue por ahí, danzando a sus anchas. Los agentes todavía no han dado con él. Camino de arriba para abajo por el recibidor. Estoy realmente preocupado. No podría soportar que le ocurriese algo. Por nada del mundo quiero volver a sufrir el dolor de otra muerte de este tipo. Imágenes de muerte, gritos y sangre bombardean mi cerebro, trato de eliminarlas rápidamente sacudiendo mi cabeza. Jamás superaré lo que vi aquel día, cuando de niño volvía de jugar con los amigos...

Desde lo que pasó aquella noche en el coche he querido darle espacio. No quiero agobiarla después de lo que dijo. Sé que lo hizo en un momento de desesperación, no era ella quien hablaba, sino su miedo. Sé que disfrutó nuestro beso tanto como yo. Pero entiendo que necesita sanar sus heridas. El muy cabrón ha conseguido reducirla de tal manera que no se valora, y no acepta nada que pueda beneficiarle. Ni siquiera elogios, porque cree que no los merece.

Necesita vivir un tiempo sin ningún manipulador a su lado, valorar la vida y, sobre todo, decidir por sí misma cómo vivirla. Lo único que puedo hacer por ella ahora mismo es dejarla respirar. Lo necesita. Me está costando mucho no poder tocarla, abrazarla o volver a besar esos increíbles, suaves y carnosos labios. Tengo que mantener las distancias o no podré cumplir mi promesa, porque lo único que deseo constantemente es tenerla. Ni siquiera estar con otra mujer puede hacerme olvidar lo que estoy empezando a sentir por ella...

Erika no para de comerme la oreja, poniéndome más nervioso con sus chillidos insoportables. Quiere ser el único centro de atención y está celosa.

—Oh, vamos... ¡Seguro que sientes algo por ella! Solo hay que ver cómo la miras —me chilla mientras camina a mi lado por el recibidor—. ¡Te la comes con los ojos! —me está sacando de mis casillas—. ¿Te la tiras cuando no estoy?

—¡Cállate la puta boca! —mi autocontrol se ha ido al garete—. A ti no debería importarte una mierda lo que haga con mi vida, recuerda que no somos NADA —recalco esa palabra para que entienda que no tiene derecho sobre mí—. Solo pasamos el rato cuando vienes a España. Fue el acuerdo al que llegamos. ¿Recuerdas? —cierra la boca y respira fuerte por la nariz tratando de calmarse.

—Está bien, tienes razón, pero cuando vengo aquí no me gusta compartirte con nadie. Me lo debes.

—¿Durante cuánto tiempo piensas cobrarte que estuviste a mi lado en la peor época de mi vida? —hubo un tiempo en el que estaba tan perdido que acabé refugiándome en ella. Cosa de la que me arrepiento constantemente. Por más que hago por ella siempre hace que sienta que no es suficiente.

—Ahora soy yo la que te necesita —me dice con la cabeza levantada.

—Llevas necesitándome años, empiezo a pensar que es solo una treta para que no me aleje de ti.

—Piensa lo que quieras —me dice airosa mientras por fin se aleja, dejándome solo.

Saco de nuevo el teléfono de mi bolsillo y marco.

—Alex.

—Dime, César.

—Natalia ha salido sola. Necesito que la encuentres, ya sabes qué hacer. Vigila, sin que note tu presencia —el día que salió con Laura, si no es porque hicimos algo parecido no sé qué hubiera pasado.

Le doy los únicos datos que me ha dado tiempo a memorizar. La matrícula del taxi y el nombre de la empresa que llevaba impreso en un lateral. Sé que solo con eso llamará a la centralita y conseguirá averiguar qué viaje ha hecho ese coche. Ha trabajado durante años en la policía científica y tiene sus contactos...


Dr. Engel (EL 16/01/2020 A LA VENTA - EDITORIAL ESENCIA DE GRUPO PLANETA)Where stories live. Discover now