Capitulo 21

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Mientras mis hermanos bajan el coche y lo preparan, yo doy saltitos de alegría. La emoción recorre mi cuerpo y no puedo esperar para montar en él.

César, en cambio, permanece serio al lado de mi padre. Trata de sonreír cuando le miro, pero ya le conozco demasiado bien como para saber que no está contento con la idea. Javier me ofrece las protecciones: el traje de una pieza y el casco.

—He traído otro juego de protección, por si César quiere subir contigo —dice mientras sujeta mi casco, para que pueda ponerme el traje de poliéster.

—Lo veo difícil —le digo mientras miro por un segundo a César, que está hablando con mi padre, aunque no me quita ojo. Continúo preparándome.

Con una sonrisa ladeada, Javier se acerca hasta ellos.

—Toma —oigo que le dice a César, y pone en sus brazos el equipo—. Estarás más tranquilo si vas con ella. No correrá. Es solo un paseo de reconocimiento —le dice.

César me mira con el ceño fruncido, pero sin decir ni una palabra comienza a ponerse la ropa. Estoy segura de que lo hace por compromiso.

—Eres malvado —le susurro a Javier cuando pasa de nuevo por mi lado—. No le has dado opción —ríe y me guiña un ojo.

Cuando todo está preparado me dan las llaves y hago un gesto a César para que venga conmigo. Caminamos hasta el coche y se queda mirándolo por unos segundos, indeciso.

—¿Tienes miedo? —le digo riendo.

—No es miedo la palabra. Más bien, respeto...

—No tienes por qué venir —le digo—. Mi hermano a veces presiona más de lo que debería.

—Tú... No corras demasiado —me dice mientras abre la puerta del copiloto y sube. Yo hago lo mismo.

—No hace falta que te pongas el casco —le digo—. Solo serán dos o tres vueltas lentas —pongo mi casco en la parte trasera, él asiente y pone el suyo al lado del mío.

Le ayudo a colocarse el arnés, pero dejo que él se lo abroche. El cierre está en la entrepierna y no quiero incomodarle. Arranco, y el coche ruge como el demonio. Me encanta. La adrenalina comienza a correr por mis venas y todo mi vello se pone de punta. Sé que no es una carrera, pero hace tanto tiempo que no disfrutaba de algo así... Antes de pisar el acelerador miro de reojo a César. Tiene los dedos blancos por la fuerza con la que está sujetándose al arnés. Su mandíbula está fuertemente apretada y sus cejas, fruncidas.

—¡Y allá vamos! —digo con una sonrisa de oreja a oreja.

Tomo la primera recta para coger algo de velocidad y pronto llega la primera curva. La inercia hace que César busque algo en el salpicadero donde agarrarse. Otra recta llega, tomo más velocidad a medida que me voy familiarizando y entramos en la segunda y la tercera curva. Siento sus ojos clavados en mí.

—Tranquilo —le digo mientras hago un pequeño derrape para no salirme de la pista—. Está todo controlado.

—Se supone que no ibas a correr —me dice respirando fuerte y tratando de agarrarse a cualquier parte.

—¡Pero si apenas estoy pisando el pedal! —río a carcajadas.

—¡El domingo ni loco subo contigo! —me dice mirando hacia atrás—. ¡Viene otro coche!

Miro por el retrovisor y a unos cien metros, como bien me ha indicado, veo una cortina de polvo y un vehículo que se acerca a gran velocidad. Cuando está más cerca descubro que es otro coche de competición.

Dr. Engel (EL 16/01/2020 A LA VENTA - EDITORIAL ESENCIA DE GRUPO PLANETA)Where stories live. Discover now