36 - II - Huir

536 42 11
                                    

Ash

Un movimiento extraño. Eso fue lo que escuché súbitamente. Un ruido a través de los árboles, que me indicaba que no estaba sólo. No sé si era el viento, la brisa del aire húmedo, o el frío que se avecinaba en medio del atardecer. No sé si era un Pokemon salvaje, o un jugador espiándome de cerca. Ese ruido me advertía que tenía que irme lo más pronto posible de ahí, o sufriría las consecuencias. Como si no tuviera suficiente por ahora.

— Nos vamos —le mencioné a Serena.

La muchacha estaba tirada en la tierra mojada. La lluvia caía de lleno en su rostro, pero a ella no le importaba. Ya nada le importaba desde que habíamos salido del octavo nivel del juego. Su mirada estaba perdida en las hojas esmeraldas de los pinos, que aguantaban el peso del agua que caía estrepitosamente.

— Venga, toma mi mano —le dije secamente.

Ella no respondió, y siguió con la misma mirada deprimente que había tenido desde hace horas.

Sin más remedio, me acerqué a ella, y tomé su mano. Abrí el menú de mi juego, y elegí un nivel al azar. Un nivel que no estuviese tan saturado de jugadores... Un nivel, donde nadie nos viera.

Aparecimos sobre una espesura más densa que la anterior. Sólo que esta vez, los copos de nieve se hacían presentes, y la tierra era reemplazada por un manto blanquecino que iluminaba débilmente la oscuridad atraída por los pinos voluminosos que se alzaban. El astro rey ya ni siquiera podía iluminar mis frías mejillas, pero sí al cielo anaranjado que poco a poco iba tornándose púrpura. El silencio reinó nuevamente por el lugar, aunque noté alrededor a algunos Pokemon salvajes, pero no serían problema alguno.

Serena se abalanzó de nuevo en la nieve, abrazando sus rodillas, y hundiendo la nariz en ellas, mientras mantenía la vista baja. Saqué mi atuendo blanco. Sí, el que me caracterizaba como el Destello Eléctrico. Lo coloqué sobre sus hombros, y la chica dejó de temblar, pero aún podía notar las gotas de lluvia que se trajo consigo del anterior nivel, ¿o serán sus lágrimas?

No lo sé.

Y tampoco sabía cuánto iba a durar esto. Cuánto iba a durar el huir de un lugar a otro, escondiéndome de Mirto, y del Gremio Rocket. No sé cuánto iba a durar la depresión de Serena, y no sé cuándo iba a decir por lo menos una palabra... o algún sonido. No sé cuánto iba a durar la agonía que ella llevaba, y que yo también llevaba. No sabía cuánto más iba a permanecer el secreto de que todo esto era mi culpa. ¿Debía decirle? ¿Debía decirlo justo ahora, para empeorar su tristeza? No... Jamás le diré. Ella no se merece el sufrir más de lo que ya lo ha hecho... y yo tampoco.

Nos trasladamos un día después. Esta vez, nos dirigimos hacia una meseta, donde podía verse todo el paisaje rocoso que había por delante. Kilómetros y kilómetros de suelo desértico, pero lo curioso era que el frío predominaba en el ambiente. Inclusive pude notar más frío del que he sentido en mucho tiempo. Bueno... al menos podía sentirlo; al menos, aún seguía sintiendo algo.

Mis pies estaban colgando del acantilado de la meseta. No sé cuánto tiempo seguía ahí, disfrutando del paisaje, o mejor dicho, huyendo de los pensamientos deprimentes con los que soñaba cada noche.

Volteé a ver a Serena. Ella estaba sentada en una roca, sin decir ni una palabra; sin mover ni un músculo; sin gesticular alguna expresión. Sabía que ella estaba en problemas. Si seguía así, pronto iba a desconectarse, y yo no quería que eso pasara.

No obstante, el subconsciente me decía lo contrario. Mi mente trataba de decirme que todo esto era por mi culpa. Si no hubiese intervenido en el camino de Serena, nada de esto hubiese pasado. Bueno, debería de ir más atrás... Si no me hubiese unido al Gremio Rocket, no me habría convertido en un asesino. Pero... pero lo hecho, hecho está. Ya nada podía ser cambiado. Kalm y los demás estaban muertos, y todo por no reaccionar a tiempo. Todo, por estar paralizado, pensando en que Mirto tarde o temprano nos encontraría, y cuando quise reaccionar, Kalm ya estaba muerto. Ahora, la única persona a la que podía proteger era a Serena. Debía de hacerlo, por su bien y por mi bien. Mi madre seguramente estaría muerta ya, y no me quedaba nadie más en el mundo; asimismo, supongo que Serena también tenía esos pensamientos. Lo único que me diferenciaba de ella, es que ella no quería protegerme a mí. Ella no quería proteger a nadie; tan sólo... tan sólo estaba ahí, sin hacer nada. Sin decir nada. No sé por qué aún seguía en el juego. Creo que aún le quedan fuerzas para seguir adelante... o... o aún quiere seguir viva para seguir pensando en los recuerdos. No lo sé. Me sorprende que a estas alturas... aún quiera seguir a mi lado.

Pokemon Battle OnlineWhere stories live. Discover now