118 - IV - Mega Gremio

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Lamento la tardanza. En estos tiempos de cuarentena he tenido tiempo de escribir, por ende, vengo con un capítulo nuevo y supongo que habrán muchos más concurridamente, ya que estos tiempos serán difíciles. Espero que ustedes, lectores, estén muy bien y cuiden su salud. También espero que, si la historia se les ha olvidado, se tomen un tiempo para volver a leer el fanfic desde el inicio, ya que el estar encerrados en casa les hará batallar con el aburrimiento y qué mejor que leyendo mi fanfic xD (es broma), como blackhawk95 ha estado haciendo (te agradezco los reviews!). Bueno, sólo quiero recalcar que lo mejor por hacer es quedarse en casa. Yo, por mi parte, ayudaré escribiendo esta historia xD. Sin más, los dejo y disfruten del capítulo.

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Zygrade yacía ahí, inmóvil y con los orbes esmeraldas negruzcos fijos en Manon; súbitamente, la criatura desapareció para trasladarse sobre la alargada mesa y se deslizó por la capa de hielo que cubría la madera. Aquello exaltó a ambos, debido a que no era una teletransportación común y corriente, sino que la criatura desaparecía de un lugar, y su materia aparecía en otro lado, como si fueran varios pixeles que se formaran repentinamente sobre un lugar aleatorio. Zygrade gruñó de alegría, pero al hacerlo algunos pixeles salieron de su cuerpo y se perdieron en el aire.

Es una falla.... —comentó Alain con curiosidad.

Manon volteó a ver a Alain, y ambos tuvieron muchas preguntas ante la teletransportación instantánea que el Zygrade podía realizar. No sabían cómo es que había surgido aquel Pokemon, o si de verdad era una falla intencionada por parte de los creadores. Lo importante es que aquel Pokemon estaba ahí y ahora.

Sin embargo, un segundo después Zygrade se apareció de nuevo en la entrada, con un gruñido que indicó que le siguieran y el Pokemon desapareció ésta vez arrastrándose cual molusco por los pasillos que estaban en las orillas de las paredes internas montañosas. Manon no lo dudó ni un instante y Alain quiso detenerle, debido a que su objetivo real era rescatar al Floette que se encontraba congelado. Sabía de antemano que su Charizard no lograría derretir un hielo misterioso, ya que emanaba un aura tan profunda y fría que ni un lanzallamas podría derretirlo. Sin más opciones a la mano, siguió a Manon que ya se encontraba cruzando un puente para seguir las pistas de Zygrade.

¿Adónde nos lleva? —preguntaba Alain mientras le faltaba el aire. Ambas personas comenzaron a serpentear por escaleras, recorrer caminos angostos sin protección en las orillas y a descender mucho más de lo que habían pensado hasta que la cima pareció un pequeño punto de esperanza blanquecina sin salida alguna.

Zygrade entonces llegó a un pequeño torreón que salía de entre las entrañas de las rocas; la torre estaba desgastada, había ventanas rotas y la entrada tenía la madera podrida y algunos agujeros en señal de daño. Sin embargo, cuando Zygrade se teletransportó dentro, Manon abrió la puerta con suma precaución para dejar entrever una luz radiante que iluminó más de lo que hubiesen imaginado.

¿Qué demo...? —Manon sabía que aquel brillo no era ordinario.

No es oro —confesó Alain,.

Cuando ambos entraron, se encontraron con la sorpresa de que aquella torre tenía una docena de megapiedras, justo como la que Alain había querido robarle a A.Z. Zygrade gimió de alegría, y se teletransportó hacia varios puntos de la habitación en señal de emoción. Alain no sonreía, pero estaba sorprendido y paralizado ante el descubrimiento que había deducido.

Zygrade... —nombró Alain, observando a Manon para ver si ella también había deducido lo mismo.

Cuando Zygrade salió de la habitación para llevarlos a otra más cercana que contenía oro, rubíes y pokébolas, Zygrade rebuscó y rascó entre una pequeña montaña de oro para tomar entre sus moluscos una pequeña megapiedra y gimió de nuevo de alegría. Entonces, la criatura se arrastró hasta Alain, que había llegado jadeando y con sorpresa éste recibió la piedra entre sus manos. Zygrade estaba agradecido de haberle recibido ese "obsequio". Alain apretujó la megapiedra entre sus manos, sorprendido por todo lo que estaba pasando.

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