Capítulo 15

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~Kay~

«Hare lo que me pidas, pero por favor, perdóname»

¿Perdonarlo?

Justin era muy distinto a Cris y Abel, por no comprarlo con el idiota de Del. Sinceridad. Eso era lo que había visto en su mirada, después de decir esas palabras. ¿Hacer lo que yo le pidiera? ¿Y qué era lo que quería? Por muy mal que sonara, lo quería a él. Desde la noche que pasáramos juntos y al no poder evitar estar juntos gran parte del día, se había metido en mi cabeza. ¿Podía confiar en él? realmente no entendía, porque si podía llevarse a cualquier chica, de las que después de cada concierto corrían detrás de él, a la cama, seguía insistiendo conmigo. ¿Por qué yo?

Con las piernas arroje las sabanas y salí de la cama.

«No seas dramática y dale una oportunidad. Te gusta, le gustas, fin del problema. ¿Sabes cuantos chicos dirían eso después de acostarse contigo? Ninguno, te lo puedo asegurar.»

Eso había dicho mi prima después de que le contara nuestra última conversación. ¡Maldición! Comencé a caminar por la habitación. Definitivamente no podría conciliar el sueño, como las noches anteriores y eso era malo. Pero... mire la puerta ¿y si iba a hablar con él? Di un paso, pero me detuve. No debía hacer eso. Las cosas no eran sencillas y a pesar de todas esas palabras, el hecho de que aun tuviera una relación seguía ahí.

No podía.

¡¿A quién engañaba?!

Justin era una tentación demasiado intensa y estaba volviéndome loca.

Un golpe en la puerta me hizo dar un salto, sin pensarlo tome la perilla y abrí.

¡Dios!

Ahí estaba él. Justin. Mi respiración se agito y mi corazón se desbocó. En un segundo, sus labios tocaron los míos. Le necesitaba y sin dudarlo correspondí. Olvidándome de mis dudas y mi consciencia, simplemente me perdí en la intensidad de su lengua saboreando la mía. Su mano derecha rodeo mi cintura y me hizo entrar, mientras su pierna hacia cerrarse la puerta.

Fue todo lo que necesite para saber que no había marcha atrás.

~Justin~

La subí al tocador y separe sus piernas, que ahora lucían desnudas. Tenía puesto un diminuto short que me permitió una panorámica de lo que siempre ocultaba debajo de sus medias negras.

―No puedo esperar ―gruñí tirando del borde, arrastrándolo junto a sus bragas. Me observo sin decir nada, su pecho subía y bajaba, sus mejillas estaban ligeramente rojas. Libere con una mano mi erección y la mire a los ojos. Asintió separando otro poco las piernas, me acerque y la penetre de golpe―. ¡Joder! ―masculle buscando su boca.

Kay era simplemente perfecta; encajaba a la perfección dentro de ella. Después de tenerla una vez, se había convertido en mi necesidad, en algo indispensable. Ni siquiera podía pensar en otra, era ella, solo Kay.

Me moví, empujando con fuerza, devorando al mismo tiempo sus labios. Su espalda choco con el espejo y sus manos se aferraron a mi camisa.

―Quítamela ―demande con la voz grave por el deseo que hervía dentro de mí.

Lo hizo, desprendió los botones de un tirón y al instante sus manos comenzaron a explorar mi pecho. Sus caricias se volvieron intensas, podía sentir sus uñas arrastrarse por mi piel, eso solo aumentaba mi deseo. Apreté sus muslos y me hundí más fuerte en ella, quien gimiendo se retorció.

Con un sonoro gemido ambos alcanzamos el orgasmo. Kay era mía de nuevo. Mía.

***

Apoye mi cabeza en la palma de mi mano y la observe. A mi lado, con el cabello desordenado y los labios ligeramente rojos estaba ella, Kay, mi chica voz de ángel. Permeancia quieta, relajada, profundamente dormida. Después de hacerle el amor, ambos terminamos agotados y desde luego que el sueño me había vencido. Debía sentirme culpable por llevarla a esa situación, por no darle alternativas después de asegurar que le daría tiempo, mal por engañar a quien aún era mi novia, pero no era lo que sentía al verla de ese modo. Su piel pálida, suave como la seda; su cabello cayendo sobre su rostro.

El BajistaWhere stories live. Discover now