[QUINCE]

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Ella no está loca, simplemente es feliz de una manera incomprensible.

ULISES SÁNCHEZ

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FIDEL

—¿Cómo que no llegó a dormir? —pregunto alterado.

—Pues eso —dice el hermano de Kea con el ceño fruncido. Se encoge de hombros y no puedo evitar sentir un ramalazo de pánico.

Estoy de pie frente a su puerta ahora sintiéndome impotente. Vine con toda la intención de tratar de explicarme —y digo tratar porque ni siquiera yo sé bien qué fue con certeza lo que pasó por mi mente—, de pedirle perdón a Kea por las cosas que le dije, porque lo que menos quería era lastimarla. No quiero que sufra por mi culpa y por eso vine a pedirle que por favor olvidara mi gran estupidez. Sé que es tonto, que no va a olvidarlo tan fácil, pero quería intentarlo por lo menos.

Quería pedirle que empezáramos otra vez desde cero, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para lograrlo, pero entonces su hermano abrió la puerta y me dijo que había salido con su novio. Con Alex nada más y nada menos... y que no volvió a dormir.

El terror que siento escalando por mi garganta es inexplicable y rivaliza en intensidad con la rabia que me carcome las entrañas. Kea es muy parecida a mí en algunos aspectos. Es impulsiva, terca y tengo miedo de que haya hecho algo de lo que puede arrepentirse después. Si yo fuera ella, si Kea hubiera sido quien me dijera que no éramos nada, hubiera hecho cualquier cosa para lastimarla de regreso. Cualquier cosa...

Pero ella es más inteligente que eso, ¿no? Tengo la esperanza de estar equivocado, sin embargo, muy en el fondo de mí, lo sé. Somos tan iguales y sé que lo ha hecho, pero no me atrevo a aceptarlo.

Trago saliva y trato de despejar mi mente de todas las proyecciones que se abren como un abanico de posibilidades.

—¿Sabes cuándo volverá? —inquiero nervioso.

Debe detectar el tono desesperado en mi voz, porque su ceño se suaviza y luego sacude la cabeza. Mira al interior de la casa por encima de su hombro y suspira.

—La verdad es que no tengo idea, pero yo le digo que te llame o algo cuando vuelva si quieres. ¿Cuál es tu nombre?

Sacudo la cabeza y doy un paso atrás dispuesto a irme.

—No importa. Ya hablare luego con ella. Eh, gracias y perdón por molestar.

Me doy la vuelta sin darle oportunidad a contestarme y me maldigo internamente por millonésima vez en lo que va del día. Subo a mi coche y, sin moverme de mi lugar, marco el número de mi mejor amigo.

¿Hola?

—Hey, Asier. ¿Estás ocupado? —cuestiono con prisa. Necesito distraerme un rato y no me vendría nada mal ir a su casa y jugar en la consola.

No, no. Ahorita no, ¿por qué? ¿Necesitas algo?

Dejo caer mi cabeza hacia atrás un poco más fuerte de lo necesario y aprieto mis ojos cerrados.

—Quería saber si puedo ir un momento, pasar el rato. Estoy... aburrido.

Escucho el murmullo ahogado de su hermanita al otro lado y el movimiento de tela.

Uhm, no sé. Es que hoy quedé con Nai y... cumplimos un mes, pero si quieres...

—Oh, vale. No, no te preocupes —lo interrumpo—, ve con tu novia. Luego quedamos, ¿sí? No es urgente —digo, obligándome a soltar una risa poco convincente.

Besos que curan [ADL #2] ✔Where stories live. Discover now