[TREINTA Y CUATRO]

86.4K 6.4K 842
                                    

La vida la ha golpeado, pero nunca la romperá.

LEO CHRISTOPHER
...


KEA

Estar con Fidel sigue dando miedo, sobre todo ahora que estamos manteniendo una relación a distancia. Después de que abrí mi corazón y le compartí mi alma, quedamos en volver a intentarlo. Ambos deseábamos retomar lo que habíamos tenido, aunque sabíamos que nunca había terminado en realidad.

A pesar de mis inseguridades, cuando él me dijo que se daría de baja en la universidad para quedarse conmigo, le pedí que no lo hiciera. No era tan egoísta. Sabía lo mucho que él quería comenzar a estudiar y yo no iba a ser quien se lo impidiera. No iba a interponerme en su camino a alcanzar sus sueños y cumplir sus metas. Aun así, después de su insistencia y mi resistencia, dijo que el próximo semestre vendría a estudiarlo acá y se quedó toda la semana restante de vacaciones conmigo. Fue... lo más cercano a la perfección. Esos días fueron absolutamente maravillosos. Pensé que nada podría estropearlo, excepto que sí hubo algo un par de días antes de que se marchara.

—Creo que deberías ver a un psicólogo —dijo una noche mientras estábamos acurrucados en su sofá. El tema salió de la nada y yo, por supuesto, tomé sus palabras de la manera incorrecta.

—¿Estás insinuando que estoy loca?

No sé en realidad por qué me molestó tanto su sugerencia, teniendo en cuenta que aquello era algo que había estado pensando durante varios días. Su brazo sobre mis hombros se tensó, pero no lo retiró.

—No. Estoy preocupado por ti solamente —pronunció con calma.

Aquello solo me hizo molestar más, porque era obvio que él no trataba de incomodarme y yo estaba haciendo una tormenta de un vaso con agua. Como siempre mi vena dramática salía a relucir.

—Pero sí crees que hay algo en mí —recalqué. Él dejó caer su cabeza hacia atrás y suspiró tratando de mantenerse sereno.

Pobrecillo. Yo siempre lo tenía al límite.

—Creo que... mejor terminamos de ver la película —murmuró vencido.

Sabía que estaba tratando de evitar continuar con el tema porque no quería tener ningún altercado conmigo. Y yo en cambio siempre estaba provocándolo, llevándolo al borde de la paciencia. No sabía qué me pasaba. No sabía por qué lo hacía, solo sabía que se sentía como algo inevitable. Casi como si necesitara pelear.

Mordí mi labio molesta conmigo misma y recargué mi sien sobre su pecho. Ambos regresamos la vista hacia el televisor y no volvimos a hablar hasta que se hizo demasiado tarde y tuvo que llevarme de regreso a casa.

—No quería molestarte hace rato —musitó cuando casi llegábamos a mi vivienda.

Solo escucharlo decir aquello me hizo cerrar los ojos con pesar. Era yo quien había hecho un drama de una simple sugerencia que hizo con la mejor intención y era él quien se disculpaba.

—No, yo lo siento. Creo que exageré con mi reacción. —Aplané mis labios en una fina línea y lo observé conducir concentrado—. Ya había pensado en hacerlo, pero supongo que tengo miedo —admití con una risa corta.

Sus ojos se encontraron por una fracción de segundo con los míos antes de volver a fijarlos en el camino.

—No tienes por qué. Es algo normal, creo. Mi mamá está yendo a uno —dijo como si nada. Aquello llamó mi atención.

Sabía que su relación con su madre había mejorado y yo... envidiaba aquello. Me alegraba de corazón, claro que sí, pero también sentía ciertos celos. Mi padre y yo continuábamos sin hablar más de lo necesario y me dolía. Quería arreglarlo, pero tenía miedo de estropearlo más si intentaba remendar las cosas. Se notaba que él había buscado ayuda para su problema con el alcohol y que esta vez la estaba tomando en serio.

Besos que curan [ADL #2] ✔Where stories live. Discover now