Capítulo tres: Esto no es lo que esperaba.

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Grayson. 

Tres noches seguidas de pelear. Tres noches y ya está exhausto. 

Ni siquiera sabía por qué lo estaba haciendo. Defender a su padre, ¿qué es lo que Travis ha hecho por él de cualquier manera? Absolutamente nada. Así que, ¿por qué no deja que esos imbéciles lo asesinen y ya? 

Entonces lo recordó: Porque no lo hizo por él, sino por ellos. Dank había sido muy claro con su amenaza; si Travis no le pagaba se desquitaría con sus hermanos, y ellos eran los menos culpables de la mierda de su padre así que era Grayson quien tenía que pagar los platos rotos, porque su padre era lo suficientemente imbécil como para ni siquiera preocuparse por ello. 

Ashton le consiguió las tres peleas en diferentes lugares, que eran como una especie de club clandestino lleno de chicos ricos que apostaban una ridícula cantidad de dinero, lo suficientemente adinerados como para no preocuparse si llegaban a perderlo. Con tres simples peleas él había conseguido 1,800 dólares así que solo le hacía falta una más para conseguir los 2,000 por los que tanto lloriqueaba Dank.

Todo estaría bien si no fuese porque la noche pasada su contrincante era un maldito elefante al que le costó mucho tiempo derrotar, así que ahora caminaba exhausto hacia la escuela con una tormentosa migraña, la mandíbula hinchada y los nudillos llenos de moretones por la fuerza con la que golpeó a esa estúpida y gigantesca pared. Se sentía tan mal que ni siquiera estaba seguro si ganaría la pelea de esa noche. 

Las clases pasaron lentas y Grayson se sentía un poco desconectado del mundo, tanto que Ashton le preguntó si sentía bien, a lo que contestó que sí, y que solo se encontraba un poco cansado. Pero por supuesto aquello no lo había tranquilizado. 

Estaban a jueves, y era el día viernes en el que Dank quería su dinero así que tenía el tiempo bastante contado. No había tenido mucho descanso esa estúpida semana; salía de la escuela a las 3 y  cuando entrenaba lo hacía a las 4, para luego ir con sus hermanos, ayudarlos con las tareas y cuidarlos hasta que se daban las siete, ya que a las ocho comenzaba su medio turno en el caro restaurante en el que trabajaba como Valet Parking y al terminar -a las 11:00- se dirigía al lugar en el que tenía que pelear. 

Salía de ahí a las 12 o 1 y llegaba a casa a las 2, para luego dormir hasta las 6, que era cuando su alarma sonaba para que se levantara a hacerle desayuno a los niños y limpiar el desastre de la casa. 

Él entró al baño en el que todo el embrollo con Matthew había empezado en primer lugar. Gracias a Dios ahí no había otra pareja practicando sexo oral así que pudo orinar en paz y lavarse las manos con lentitud, observando su demacrado reflejo en el espejo. 

Su piel se veía más pálida de lo que ya era, tenía grandes ojeras debajo de los ojos y ese moretón era demasiado oscuro como para pasarlo desapercibido y la simple vista lo ponía de tan mal humor que quería golpear algo, o a alguien. 

La puerta se abrió y Grayson no se molestó en levantar la vista sino hasta que escuchó cómo el seguro se cerraba. Por el reflejo del espejo vio a nada más y nada menos que Jason Walker, quien lo observaba con una combinación de ira, repulsión y miedo al mismo tiempo que caminaba hacia él.

—Hum así que, ¿conversación amistosa? —Preguntó Grayson con una media sonrisa, sabiendo lo que Jason quería.

—Cállate —Espetó, y Grayson sintió como si toda la ira contenida que él estaba esforzándose por guardar se liberara de pronto ante él. 

—Directo al grano, ¿eh? ¿Qué se te ofrece, Jay-jay? —Preguntó, esbozando una sonrisa lobuna. 

—Tú sabes lo que quiero —Replicó, acercándose cada vez más. Cansado, Grayson caminó hacia él hasta que solo estuvieron a dos pasos de distancia. 

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant