Capítulo cinco: Lo quiero todo.

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Grayson.

Luego de que Matt los había dejado en la casa él y Marianne se habían dedicado a limpiar a conciencia toda la casa, notando que solo tres platos y dos vasos habían sobrevivido a la rabieta de Travis; lo peor era que en ese momento no tenían mucho dinero como para reemplazarlos, además aún no estaba completamente recuperado y no podía entrar a ninguna pelea porque sin duda perdería.

—Hey —Dijo Ashton, entrando sin siquiera tocar. Aquello ya se había vuelto costumbre entre ellos, considerando el hecho de que habían crecido juntos y la mayor parte del tiempo eran solo ellos corriendo por los pasillos del edificio, tocando las puertas de los vecinos y brincando en el andén de emergencias.

—Hey —Repitió él, sin apartar la vista del suelo mediante barría la basura. 

— ¿Algún plan para hoy? —Preguntó con voz cantarina. No necesitaba voltear para saber que él estaba batiendo sus pestañas de manera exagerada.

—Uh... no, nada, ¿Algún plan? —Dijo con un falso tono casual, porque sabía exactamente a lo que él había ido, y era para invitarlo a algún lugar al que seguro se arrepentiría de ir. 

— ¿Y el trabajo? —Preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado, como un cachorro confundido.

— ¿No te dije? Me despidieron ayer.

— ¿En serio? ¿Por qué?—Preguntó, Grayson solo se encogió de hombros.

—No he tenido la mejor pinta esta semana, ¿no crees? —Se burló—. El tipo dijo que le daba mala espina a los ricos estúpidos que van a ese restaurante. Creo que es mejor, ya no me desvelaré tanto y no era mucho el pago, de cualquier manera.

—Entonces te interesará lo que hay esta noche —Dijo, moviendo las cejas de arriba hacia abajo demasiado rápido.

— ¿Qué es?             

—Dough tiene un nuevo cargamento —Dijo y Grayson soltó un gruñido exasperado—. Ay por Dios, Gray, hoy más que nunca lo necesitas.

—Sabes lo que pienso de éso —Se quejó, apretando los labios. Vender drogas estaba un pequeño paso fuera de su zona de confort.

—Sí, pero no es como si tuviéramos muchas opciones. Mira, Dough consiguió varios kilos de marihuana y una bolsa de éxtasis. Acompáñanos a venderla esta noche, nos dividiremos las ganancias entre los tres.

—No estoy seguro —Dijo y dejó la escoba a un lado.

—Es una fácil esta vez —Aseguró—. Hay una fiesta de chicos ricos no muy lejos de aquí, y ya sabes como son ellos; solo gastan sin saber y  no saben nada de precios. Pagarán lo que sea por un poco de éxtasis, además la entrada es libre así que, ¿qué dices? ¿Quieres envenenar a algunos niños de papi?

Grayson soltó una larga carcajada. Ashton seguía haciendo esa molesta cosa con las cejas así que rodó los ojos y asintió.

—De acuerdo.

*               *               *

La casa de la fiesta era ridículamente grande. Parecía una mansión blanca y había un montón de chicos ricos casi cayéndose de borrachos, incluso cuando recién eran las diez de la noche. Gracias a eso, no fue muy difícil conseguir clientes. Los tres se se separaron y se escabulleron para conseguir a algunos estúpidos que compraran su mercancía así que pronto se encontró con la bolsa completamente vacía.

Miró alrededor y no había rastro de Ashton o Dough cerca, así que supuso que no le iría mal un poco de la cerveza cara que los dueños de la fiesta estaban regalando. 

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora