Como si fuera el primer día.

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Matthew.

Lo recordaba como si hubiese sucedido un día atrás. 

Recordaba perfectamente subir al auto y conducir de vuelta a su casa con un nudo en la garganta que no quería desaparecer.

Él había abierto todas las ventanas y encendido la radio a todo volumen para intentar eliminar la sensación de ahogamiento e intentar borrar los pensamientos de su mente por un momento. Había tenido que orillarse por un largo rato, observando la carretera en silencio y escuchando el bullicio de la ciudad por encima de su música ridículamente alta.

Matt debió verlo venir... jamás debió dejarse llevar en primer lugar. Al principio Blake no era más que un maldito, estúpido capricho y debió quedarse así. Una noche, un beso siquiera, tumbar al gran Gray Wolf y la vibra ruda y heterosexual en la que intentaba cubrirse.

Él recordaba a la perfección haber subido a ese avión sin deseos de volver a la ciudad para no tener que verlo nuevamente, para no tener que enfrentar la realidad. 

Él no lo amaba.

Todo se había ido ahora. Y al parecer los papeles se habían invertido. Claro que su intención jamás fue hacerle daño y dejarlo con un agujero en el pecho tan grande que le sorprendía seguir respirando, pero al menos el plan era no enamorarse.

El plan era no enamorarse.

*              *             *

Once años y cuatro meses, aproximadamente. 

De los cuales podía contar los días que había pasado en Massachusetts con los dedos de las manos. Siempre encontrando nuevos congresos, cursos, clases extra, lo que fuera.

Ahora no había vuelta atrás y él estaba ahí. Se encontraba dándole la espalda pero sin dudas era él. 

Reconocería esa voz incluso en el fin del mundo. 

Cuando se giró, el mundo de que Matt había logrado crear a su alrededor se derrumbó frente a él.

Lo primero que notó fue que ya había olvidado cuan azules eran sus ojos y la manera en la que éstos lo atraían como un imán y le hacían sentirse incapaz de apartar la vista.

Cuando él murmuró su nombre, Matt sintió como si sus piernas estuvieran a punto de ceder.

La segunda cosa que notó fue que su cabello azul había desaparecido, eso y que llevaba un tatuaje que iniciaba justo debajo de su mandíbula y se ocultaba en su ropa que estaba seguro que no estaba ahí antes.

Su cabello era más corto y peinado de manera que lucía casual; llevaba un suéter guinda que se ajustaba a su figura a la perfección, su extraño corte punk había desaparecido y solamente había un piercing restante en su rostro: un pequeño aro plateado en su labio inferior como el que Matt solía morder con cuando se encontraban solos. 

Ya no significaba nada para él. Lo que tuvieron estaba tan lejos que era ridículo, es más, era imposible que Matt sintiera algo por él después de todo este tiempo, ¿Cierto?

Sin embargo con cada segundo que pasaba observándolo, notando cada distinto detalle y todo lo que aún recordaba de él, las emociones lo golpeaban incesantemente en el rostro, crueles, inclementes.

Estaba asustado, porque ese era el mismo chico que había amado por tanto tiempo. 

Estaba enojado, porque había pasado por mucho antes de lograr continuar con su vida sin tener que pensar en él y en lo que había sucedido entre ambos.

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now