Post epílogo parte I: Son tus ojos.

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Matthew.

Las manos de Matt temblaban mientras esperaba a que la enfermera depositara lo que parecía un pequeño montón de sábanas blancas en sus brazos. Ella se aseguró que Matt estuviera en una posición cómoda antes de dejárselo y alejarse lentamente, murmurando un suave 'felicidades' con una suave sonrisa en el rostro. Él vio a las personas sonriendo a su alrededor antes de bajar la vista y encontrar un pequeño y rosado rostro entre las suaves mantas.

Sus ojos estaban cerrados y ligeramente hinchados, y su cabeza aún tenía una materia blanca adherida a su cabello, pero Matt no podía dejar de pensar que era lo más hermoso que había visto alguna vez.

El bebé, lentamente abrió los ojos y parpadeó ante la artificial luz de la habitación y Matt no pudo evitar soltar una pequeña carcajada cuando su frente se frunció ligeramente y lo observó con una expresión que solo podía describir con confusión.

Estaba consciente de que el pequeño no podía verlo aún, pero el momento se sentía tan poderoso y cargado que no pudo evitar burbujear de alegría, para diversión de la enfermera y las personas a su alrededor.

―Cuando nació parecía salchicha para asar ―Murmuró una suave voz detrás de él, y Matt giró la cabeza de inmediato, sintiendo como su estómago caía hasta sus pies y las sensaciones se acumulaban dentro de él, haciéndolo sentir débil y abrumado.

Blake estaba recargado al umbral de la puerta con una taza de café en las manos y esbozaba una pequeña y cálida sonrisa. Al verlo ahí, luego de todo lo que había sucedido, Matt no pudo evitar las lágrimas que cayeron con rapidez por sus mejillas.

Blake caminó lentamente hacia donde estaba y se posicionó detrás de él, recargando su barbilla en su hombro para ver al pequeño niño en sus brazos. Y a pesar de todo lo que había sucedido en los últimos meses, ahí estaba él como si nunca hubiera sucedido nada, como si cada discusión y los meses que pasaron separados no hubiesen sido más que un día, una jornada de ocho horas en el hospital.

― ¿Quieres saber cómo se llama? ―Preguntó Blake en un murmullo, como si tuviera miedo de asustarlos a ambos. Matt giró la cabeza y Blake levantó la suya un poco hasta que sus ojos estuvieron conectados. 

En ellos se reflejaba incertidumbre, miedo, y en lo más profundo, ahí donde Matt solo era capaz de ver, podía notar una pequeña gota de esperanza. 

Tantas cosas habían sucedido entre ellos que Matt no estaba seguro si podrían superarlas, y no quería decirle eso en ese momento. En especial no quería decirlo porque al hablarlo se convertiría en una realidad, y había pasado meses intentando ignorarla.  

Matt sentía como si su lengua estuviese entumecida, y era incapaz de hacer otra cosa más que ver los azules ojos de Blake y cómo éstos estaban enrojecidos y la piel alrededor de ellos ligeramente irritada. Había estado llorando, notó y un pinchazo de dolor floreció dentro de su pecho, esparciéndose hacia su estómago lentamente. 

―Matthew, te presento al pequeño Grayson ―Dijo con una sonrisa avergonzada, y Matt no pudo evitar la burbujeante carcajada que salió desde el fondo de su garganta, volviendo de inmediato la vista al pequeño montón de sábanas.

El bebé, casi como si reconociera su nombre, abrió los ojos lentamente y Matt observó embelesado como éste parpadeaba lentamente, observando hacia arriba para luego fruncir el entrecejo en lo que parecía confusión.

Sus ojos eran azules.

Aún lucían ligeramente pálidos y no era capaz de vislumbrar el color exacto, pero era indudable.

Azul. Brillante y puro, inocente. Claros en ese momento, pero que se volverían del color del cielo en un día de primavera; vibrantes, cálidos, llenos de vida.

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now