Capítulo diecisiete: Más de lo que te imaginas.

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Grayson.

Gillian Cho era una buena mujer, él lo sabía. Sabía que tenía las mejores intenciones y todas sus acciones tenían una buena voluntad porque creía que eso era lo mejor para ellos. Lo que era peor, él confiaba en ella. 

Ella había sido quien lo había sacado de la mano aquella noche diez años atrás; en ese entonces era mucho más joven, recién egresada de la universidad e impaciente por ayudar a un grupo de pequeños y asustados niños que no tenían a dónde ir. 

Gillian Cho había sido también quien le había presentado a su psiquiatra y quien se había encargado de que Blake lograra suprimir gran parte de los recuerdos de su trauma, quien había arreglado visitas semanales a las casas de acogida donde sus hermanos se quedaban y quien lo acompañó cada vez que los padres de acogida lo devolvían.

En general, Gillian había sido un pequeño rayo de luz en esos momentos en los que todo parecía oscuro para él, había sido la única a la que le había tenido suficiente confianza y quizá con la única con la que logró sonreír de manera honesta en aquellos meses. 

Estaba seguro que si fuese en otras circunstancias la habría recibido con los brazos abiertos, pero ahora mismo él solo la quería lejos. 

—Creo que sabes por qué estoy aquí, ¿O no, Grayson? —Dijo ella, una vez que ambos estuvieron sentados en el sillón de la sala. Matt se había ido con los niños a una de las habitaciones para que ellos pudieran tener más privacidad al hablar. 

Grayson asintió, al mismo tiempo que apretaba los dientes.

—Cuando me enteré de esto en la agencia no dudé dos veces en ser yo quien tomara este caso. Pensé que estarías más cómodo conmigo que con cualquiera de mis colegas. Espero no haberme equivocado—Dijo y esbozó una dulce sonrisa. 

Increíblemente, a él aún le agradaba lo suficiente para intentar sonreír para ella, incluso cuando esta sonrisa se sentía falsa, forzada.

—Me puedo imaginar que la vida no ha sido fácil en estos últimos diez años, ¿O sí? 

—Huh, ¿cuándo la vida es fácil? —Preguntó con amargura, intentando bromear un poco. 

—Creo que conoces la gravedad de esta situación, ¿Verdad? —Él apretó los dientes y asintió, mirando hacia sus manos en su regazo—. Siempre hemos vigilado de cerca a Travis Tucker, sabíamos que quizá él no era el más apto para cuidar un niño, pero ¿Esto? Esto se salió de control.

—Lo sé —Murmuró entre dientes. 

— ¿Por qué no pediste ayuda? Pudimos haber ayudado antes de que Travis te hiciera esto. No debía terminar así—Grayson encontraba bastante difícil siquiera el verla a los ojos. Sentía que de cierta manera le había fallado y ni siquiera sabía por qué.

—Tenía miedo que hicieran lo que estás a punto de hacer —Él murmuró con honestidad, porque por alguna estúpida razón éso era lo que ella le inspiraba. 

—Nosotros estamos aquí para ayudarlos, Grayson, sabes que lo único que buscamos es tu bienestar y de los niños.

Él permaneció en silencio con la mirada clavada en sus manos. Al parecer ella se dio cuenta que no quería decir más porque continuó hablando.

—Kristy me dijo que tu peleabas para conseguir dinero la última vez que te vio.

Él asintió. Kristy había sido la trabajadora social asignada cuando él había sido arrestado no más de un año atrás; ella había sido buena, pero no como Gillian alguna vez fue.

— ¿Y lo sigues haciendo? —Preguntó mientras apuntaba en su libreta. 

—No —Contestó sin titubeos, intentando sonar convincente. Gillian levantó la mirada por encima de sus lentes.

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now