Sexto capítulo

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Capítulo VI

Una visita inesperada

Eran ya las tres de la tarde, llevaba mi de blusa de tiras azul turquesa y una falda blanca con encaje, mis zapatillas blancas y una diadema de mini diamantes falsos; estaba en la puerta de mi casa cuando sonó mi teléfono y vi la foto de mi mejor amigo en la pantalla, era una buena captura de hace dos meses, él estaba en el prado y tenía la sonrisa de oreja a oreja.

-Dime Nick -       

¿Vas a salir ya?

-Si, ¿por?

-Sólo por saber, ¿a qué horas llegas?

-La verdad no lo sé, ¿necesitas algo?

-Mamá quiere que deje a Lucky en alguna parte a las 9:00, ella se va donde sus amigas y yo estoy ocupado.

-Tu mamá cuida mucho a Lucky.

-Lo mismo le dije, pero no me hace caso, quiero decir ¿qué puede pasar si un cachorro se queda solo en casa? ¿Armar una fiesta con sus amigos?

– solté la carcajada y el dije.

-Lo sé.

-¿Entonces me ayudas?

-Si estoy libre a esa hora cuenta conmigo, yo te llamo para avisarte. ¿Valentina no puede?

-Está ocupada con su hermano y lo de mañana.

-¿Valentina no puede, por si no alcanzo a estar?

-Está ocupada con su hermano y lo de mañana.

-Bien, entonces trataré de llegar a esa hora.

-Gracias.

-De nada, cuídate.

-Ídem, un beso.

Después de colgar, salí y tuve que ir primero a una tienda de regalos, compré un reloj celeste con estrellas incrustadas alrededor, bastante femenino por lo que sabía le iba a gustar a Laura; ella es la típica chica fresa, es fácil escoger algo que le guste.

Después el taxi me dejó al frente de Hera Coffee, el café en donde se supone, estaba Laura. No sabía que significaba Hera, hasta que Nick una vez me sorprendió no sólo por lo que me dijo si no por el hecho de que él había leído que era el nombre de una diosa griega que tenía que ver con el matrimonio, así que las personas frecuentaban el lugar en sus citas no sólo por querer casarse si no que se volvió costumbre también que los chicos fueran con sus novias, o para reuniones de amigos, por eso el café era tan conocido. Entré y efectivamente ella estaba en una esquina, levantó la mano y sonrió

-¡Hola!

-¡Isa!

-Me alegra verte de nuevo.

-¡Hace tanto que no nos veíamos! Pero siéntate.

-¿Desde cuando eres pelirroja?

-Ufff, hace muchísimo.

-Te queda bien.

-Gracias.

-¿Y qué tal fue tu cumpleaños? – en ese momento llegó el chico que atendía, que no podía pasar desapercibido; era bastante lindo, tenía piel morena y ojos cafés con pestañas largas, un cuerpo que seguramente mantenía en el gym, mi amiga me dio esa mirada cómplice, hicimos nuestros pedidos, sin dejar las miradas coquetas y sonrisas tontas de Laura, el chico hizo un esbozo de sonrisa y se fue a traer nuestros frappuccinos.

-Si chicos así te atendieran en todas partes, sería más  consumista de lo que ya soy.

-De eso no tengo duda, Laura.

AMORES QUE NO MUERENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora