Doceavo capítulo

4.2K 34 22
                                    

Capítulo XII

Una dulce condena

Llevábamos aproximadamente media hora besándonos, a veces parábamos y teníamos esa risita tonta cuando nos mirábamos a los ojos, después lo besos seguían uno tras otro, cada vez más profundos e intensos. Él me apretaba más hacia él, y yo despeinaba su cabello, que para ser de un chico era bastante suave, sus labios tenían incendiado todo mi cuerpo y teníamos la respiración agitada. 

Habría seguido inmersa dentro de Santiagolandia, la tierra de mis deseos, (jaja, bastante tonto, lo sé, parece sacado de un comercial barato de islas, pero simplemente se me vino) de no ser porque mi mejor amigo entró con su novia y prendió la luz , seguiría pensando en mas ideas estupidas.

Cuando me vio, todos quedamos en shock, y es que la situación era tan trágame tierra.

Santiago y yo nos separamos rápidamente, casi saltamos de la cama, de todas formas era evidente lo que hacíamos, lucíamos justo como hace un momento estábamos, despeinados, ropa arrugada y demás cosas que se podrán imaginar. A la habitación entraron Nick seguido de Cristina, Valentina, David, Norah y Matt.

Cada que entraban quedaban en stop cuando nos veían a Santiago y a mí al frente.

-Los íbamos a llamar para que se nos unieran al juego de la botellita, pero ustedes se nos adelantaron a la diversión -  dijo Norah ebria, sosteniendo una Heineken.

Yo no sabía qué decir, qué excusa dar, mi mente quedó en blanco, todos me miraban pero nadie decía nada. Sólo sentí cuando Matt enfurecido abandonó la habitación, yo cerré mis ojos tratando de escapar de esa vergüenza, pero era inevitable; David salió detrás de Matt. Sólo se me ocurrió huir a mi habitación así que diciendo un permiso entre dientes salí de allí con Valentina siguiéndome los talones.

Bajé rápidamente las escaleras, sólo pensaba: ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡¿Qué he hecho?! ¡¿Qué voy a decir?! ¡¿Qué excusa me voy a inventar?! ¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta! Cerré la puerta detrás de mí, tras prender la luz, y me tiré en la cama, tapando mi cabeza con la almohada.

Sentí como mi mejor amiga cerraba la puerta, y se quedó allí en silencio, luego se sentó en su cama y dijo:

-¿Algo que quieras compartir, Isabella? – cuando mi amiga decía mi nombre de esa forma, no era nada bueno. – suspiré y me quité la almohada, me senté erguida y no la miré a los ojos, estaba tiesa, después de un momento de silencio dije:

-No sé qué decir, ni cómo explicarlo.

-Suerte que tengamos toda la noche, a menos que no confíes en mí, cosa que estoy empezando a creer, ya que no me cuentas absolutamente nada y terminó encontrándote así – dijo levantando su mano para hacer énfasis en mi aspecto.

-No digas eso, tienes razón, no te he contado nada, y lo he hecho muy mal, y soy una estúpida, es que ni yo misma lo quería aceptar, por eso no te aceptaba que él me gustaba, y por terca y tonta lo negué tanto para mí misma y mira como terminaron las cosas, pero no dudes nunca de mi confianza en ti.

-Entonces cuéntamelo todo.

-Si, te voy a contar todo. Mira, esta ma…

No terminé le frase porque Nick entró irrumpiendo en la habitación de las dos. Cerró la puerta tras él y me miró negando con la cabeza.

-No creí que fueras así, Isabella – segundo dolor, mis dos mejores amigos nunca me dicen Isabella, siempre es Isa a menos de que de verdad estén enojados, entiendo a Valentina por creer que no confiara en ella, pero ¿Nick por qué se enojaba?

AMORES QUE NO MUERENWhere stories live. Discover now