Capítulo XVII
Cita con el adorable idiota
No tengo ni idea de que trató la película, ya se imaginaran en que se centró mi atención y la verdad estaba algo ocupada con él. Más tarde fuimos por dos frappes mientras andábamos por el parque, habían algunos niños corriendo, o en bicicleta, abuelos alimentando a las palomas, una que otra parejita, y yo estaba con aquel adorable idiota del que no he podido para de hablar y pensar desde que conozco.
Yo subí a uno de los andenes, tratando de mantener el equilibrio, él me miró y sostuvo la mano que yo extendía.
- ¿Y cómo la has pasado?
- ¿De verdad me preguntas eso?
- Eso hago, ¿Por qué?
- Porque por mucho que me guste molestarte, no sería capaz de decirte que he tenido un mal rato, incluso si fuese verdad.
Lo que me lleva a la conclusión de que no tienes ni idea de que hablarme, dime Santiago Evans ¿Ha conseguido Isabella Dall Monti dejarte sin palabras?
- Lo dudo, simplemente quería asegurarme de que tan alto era tu nivel de sinceridad.
- Contigo siempre he sido bastante sincera, pero no te preocupes, no ha estado mal.
- ¿No ha estado mal? ¿Eso me respondes?
- Sí, eso te respondo, ah lo olvidaba, tenía que decirte "Oh Santi, es la mejor tarde de mi vida, promete que el resto de nuestros días serán así y nunca me deja..."
No me dejó terminar la frase, riéndose tiró de mi mano hasta inclinarme como si estuviéramos bailando tango, me sostuvo un buen tiempo así, hasta que miré a mí alrededor y dije:
- Oye, la gente nos mira.
- No importa.
- A mí sí, levántame.
- Convénceme.
- Levántame Evans o te voy a...
Y me dio un beso rápido.
- Entonces sigues con la táctica de "la callo con un beso"
- Es algo así, aunque yo le habría puesto un nombre más original.
- Ya cállate.
- Hazlo tú, que no paras de burlarte.
- Un poco de humor ¿no?
Seguimos caminando y había una fuente, le dije:
- Mira una fuente de los deseos, vamos a pedir uno.
- No es una fuente de los deseos, es una fuente común y corriente.
- Que es una fuente de los deseos.
- Que no, es como cualquier...
- Que es de los deseos y punto; así que ven conmigo y tú también pides uno.
- Nadie pide deseos en esa fuente.
- Ya deja de ser aburrido y sígueme la cuerda.
Lo cogí de la mano, y fuimos caminando rápido hacia dicha fuente, saque dos monedas una se la di a él y la otra la cogí yo, di la espalda y lancé la moneda, pedí el mismo deseo de siempre, no sé si a algunos les parece estúpido o no, siempre lo he mantenido en secreto, pero más que una carrera exitosa, que la vida perfecta, que tener larga vida, que cualquier otra cosa, es "deseo encontrar el amor de mi vida..." ,eso es lo que una romántica empedernida, una lectora aficionada a todo lo que contenga historia de amor puede desear, eso es lo que yo quiero; abrí los ojos y Santiago me observaba con una sonrisa.
