Gilipolleces

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Cada día pasa lento y las movidas con mis padres aumentan. No sé si es que ya se han cansado de mí, o quieren probar nuevas técnicas para ver si me porto y rindo mejor, o vete tú a saber.

Mis profesores pasan de mí, mi hermana y mis padres también, los únicos dos grandes apoyos que tengo son Dani y Rocío, aunque no se les de demasiado bien consolar y esas cosas, están ahí, me hacen reír alguna que otra vez y son lo único que me mantiene en pie, mis dos pilares.

En el verano le pedí a mi padre que me bajara unos discos que me encantaban de internet. Como siempre, hizo de mí caso omiso y tuve que recordarle quinientas veces que necesitaba esos discos.

He estado esperando todo este tiempo y ya estamos casi en navidad. El miércoles pasado dejó en el ordenador su carpeta abierta, y yo inicié mi trabajo de física sin cerrarla, ni si quiera me di cuenta de que estaba ahí, a la vista.

Por accidente, pinché en su carpeta al intentar abrir la mía para guardar mi trabajo, ya terminado. Entonces lo ví. Ahí, en un lateral, todas las carpetas de discos, así, en fila.

Sin dudarlo un instante me los copié a mi carpeta, para escucharlos cuanto antes. En ese preciso instante, mi padre entró y vio lo que estaba haciendo.

Por esa gilipollez empezamos a gritarnos "no tienes que meterte en la propiedad privada de uno" "mis cosas son mis cosas, no tienes derecho a guardártelas para ti" etc, etc.

Así seguimos la discusión, hasta llegar a un punto en el que me dijo "Vete fuera, ahí está la puerta" ¿Me estaba echando de casa? Yo flipaba.

Sin rechistar, cogí mi monedero, mi abrigo y mis zapatillas de deporte, pero cuando me disponía a salir me dijo "dame tu monedero, no vas a irte a ninguna parte ni en bus ni en nada".

Y entonces exploté ¿Quién coño se cree que es? Mi dinero es mi dinero, me cago en la puta, es solo mío, y si me quiero ir al culo del mundo en autobús y tengo dinero para hacerlo, lo hago. Joder.

Contesté que de ninguna manera iba a darle mi cartera, me la quitó a la fuerza y me hizo un daño acojonante en la muñeca, me cogió del cuello de la camisa y me puso en el felpudo. Por detrás, mi madre lloraba y Alejandra la abrazaba.

"Cuando quieras volver a entrar, solo tienes que llamar" y cerró la puerta. Salí del edificio, hacía un frío de pelotas en la calle, tenía hambre y no tenía dinero. No quise ir a casa de nadie, molestaría, además tampoco me apetecía contar mis problemas.

Desafortunadamente, no llevaba cigarros, ni mechero, estaba en la mierda. Mientras caminaba por la acera a las diez de la noche, decidí no derramar ni una puta lágrima por aquellos que no lo merecen. Tampoco llevaba el móvil, nadie podía localizarme y ... además no quería.

En el parque estaban algunos compañeros de Alejandra que siempre andaban con droga, un par de chicas haciendo running con su perro y poco más.

Al cabo de un par de horas decidí volver a casa. Estaba cansado, tenía hambre y frío, pero eso sí; ni una puta lágrima.

Me pasé unos veinte minutos ante la puerta de mi casa "¿Llamo al timbre? Joder, eso es como arrastrarse...pero ya no puedo con mi alma...No, mejor no llamo, o sí, mejor sí..." Al final decidí esconder un poco mi orgullo y .... Din-Don.





Diario de un MariquitaWhere stories live. Discover now