Diario de un Mariquita

Adiós.

Lo pasamos bien un rato, pero la noche anterior había consumido tanta energía que tuve que volver a casa pronto. Además, quería estar con Ale.

Me despedí y me fui solo, tan sólo eran las doce. Nadie me preguntó qué pasaba, cada uno estaba ocupado con su respectiva pareja. Me sentí apartado por un momento, pero supe que era una tontería, porque todos me querían mucho.

Mientras caminaba hacia mi casa, vi un rostro conocido. Leyre iba maquillada hasta las cejas y una chica morena, un poco más alta que ella, la cogía de la mano.

Intentó esquivarme, pero fui directamente hacia ellas. 

Hola - dije.

-Hola Raúl - dijo ella nerviosa- bajamos a fiestas, ya nos veremos.

- Espera, espera. - La retuve. - ¿No me presentas a tu novia?- pregunté sarcásticamente

- Se llama Violeta. Violeta, este es Raúl.... un buen... amigo.

- En realidad soy su ex, Violeta. - Expliqué.

- ¿Cómo que mi ex? Nunca llegamos a ser nada.- contestó Leyre molesta. Violeta estaba flipando

- Espera, espera. ¿No siempre has sido lesbiana? - intervino la otra.

- Sí, bueno, no... Sí, pero tuve un desliz, un pequeño lío de cables y un cortocircuito. - Metaforizó Leyre.

- Y además, no somos novias, estamos de lío porque son las fiestas - Me indicó Violeta.

- Vaya, qué romántico. - Dije yo burlón.

- Qué rara eres, tía, me piro con mi gente.- Dijo Violeta enfadada y se fue.

- ¿Qué quieres, joderme la vida?- Preguntó Leyre.

- Te recuerdo que tú has jodido parte de la mía. - La corté y me fui. 

Leyre se quedó sola, agachada, mirando al suelo y con el ánimo subterráneo. Adiós Leyre.