Soluciones.

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Les conté a mis amigas todo lo que había pasado con Leyre. Creo que se compadecieron de mí y de mis problemas.

LLegué a casa, me duché y me puse el pijama. Salí a la terraza, tomé el aire y deseé que pasara la próxima semana rápido, ya que era la última antes del verano.

Mis padres vinieron de trabajar bastante tarde, Alejandra estaba en la piscina con sus amigas y llegó tarde también. Ramón vino a cenar y después me fui a la cama, harto de todo, con cara de culo.

Me levanté a la misma hora de siempre, aunque había dormido poco. Llené mi cuenco de cereales y no me comí ni la mitad. Salí hacia el instituto con las gafas de sol puestas, porque tenía una cara de mierda.

Entré en mi clase, me senté en mi sitio y abrí los libros por la página que tocaba. La profesora llegó puntual y dimos comienzo a la clase.

Por la ventana, vi a Leyre con sus mallas y su camiseta azul ajustada, no podía dejar de mirarla y relamerme.

Después del recreo no hicimos nada. Todo se resumió a ver videos y a escuchar música.

A la salida, dos tíos que estaban muy buenos esperaban a alguien, con sus respectivas motos. Mis amigas y yo salimos juntos de clase y nos despedimos de alguna gente del curso anterior.

Nos quedamos un rato mirando a esos dos pivones sin que ellos se dieran cuenta. Para nuestra sorpresa, la puta de Sandra salió y le plantó un súper beso al que estaba estaba más bueno de los dos. Carmen salió un minuto más tarde, se montó en la moto del otro.

Quedamos en ir a la urbanización de Daniela a la piscina aquella tarde, pasar un tiempo juntos y disfrutar del sol.

Comí, me puse el bañador, y me fui a la piscina sin despedirme. Tardé un poco en llegar porque la casa de Daniela estaba lejos, pero mereció la pena porque nos lo estábamos pasando muy bien.

Cuando estaba en medio de una conversación con Rocío sobre los pantalones boyfriend, apareció por detrás, a lo lejos, el tío súper buenorro que habíamos visto antes en el insti. A su lado, estaba el otro chico, más bajito, pero igual de fuerte.

Por supuesto, diez segundos después aparecieron las zorras de Carmen y Sandra, medio abrazadas.

Nos pusimos a mirar a esos dos chicos que nos llamaban tanto la atención, y cuando se dieron cuenta, el más alto de ellos le preguntó a Carmen que si nos conocía. Lo oímos por que hablaba muy alto...y qué voz omg.







Diario de un MariquitaWhere stories live. Discover now