No puedo dar más de mí.

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Hoy había decidido coger el toro por los cuernos. No iba a llorar, no iba a pensar, solo deseaba que nada malo ocurriera, que fuera un día normal, como todos los demás.

Todo parecía ir bien. Daniela charlaba con Inma, la chica anime de la clase, y conmigo cuando solo quedaban dos escasos minutos para que sonara el timbre que daba comienzo a la jornada.

Matemáticas fue duro, los polinomios no son un tema que se pueda pasar por alto, y por eso había que poner la máxima concentración en ellos.

Tecnología pasó rápido. Fuimos al taller, compusimos algunos circuitos y nos reímos un poco de nuestros propios asuntos. Todo iba como la seda.

Inglés no fue costoso tampoco. La profesora no se enteraba de nada mientras Daniela, Rocío y yo hablábamos a gritos en la parte de atrás de la clase.

Recreo...ufff... por fin. Solo tres horas más. Solo tres clases más y el objetivo de hoy estaría cumplido. Vamos a conseguirlo.

Las chicas y yo nos sentamos en el banco blanco de siempre, con buenas vistas a la cancha de fútbol y con muchas ganas de estar juntos.

Una silueta se acercó por detrás nuestro y un suave hola se escurrió entre los labios de Leyre.

Daniela y Rocío decidieron dejarnos un rato solos y mientras, ellas fueron a encontrarse con Inma y Carol.

-Hola Raúl.- Saludó sin su usual sonrisa.

-Hola Ley, tenía muchas ganas de verte!

No sabía qué saludo debía utilizar, así que simplemente le di un cariñoso abrazo.

-Mira, tenemos que hablar- Me dijo, seria.

- Desde luego- contesté- sabes que hay confianza.

-Verás, Raúl... Lo que pasó... lo que pasó el sábado.

-¿Sí?

- No creo que debiéramos haberlo hecho. No fue normal, no estuvo bien y me arrepiento plenamente.

Un puñal se me clavó en el corazón de súbito. Mi mirada cayó a las baldosas del patio.

- Quiero que olvidemos lo que ha pasado, seguir cada uno por nuestra cuenta.- Me dijo.

-No podemos...no puedes...no puede terminar Leyre.- se me escapaban las lágrimas.

-Mira Raúl. Sabes que te aprecio y que tienes mucho valor, pero eres un tío.

-Dijiste que eso no tenía importancia.

-Eres un tío macho, échale la culpa a tu madre.- Empezó a ponerse borde- A mí también me duele, ¿sabes? No eres el único que tiene problemas, a lo mejor te los buscas, ¿No has pensado eso? Baja de tu puto mundo de nubes, chaval, en la vida real hay que echarle cojones.

Se levantó y se fue. Me quedé el resto del tiempo de patio sentado en aquel banco, solo. Mi objetivo había fallado. No puedo dar más de mí.

Diario de un MariquitaWhere stories live. Discover now