30- Se ha despertado

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*Narra Diego*

—¡Die-go, Die-go, Die-go! —vitorean.

—La próxima vez te aplastaré.

—Eso está por ver —río y le doy una palmada amistosa en la espalda—. Vas mejorando, Connor.

—Guárdate el consuelo. ¡La necesitarás para cuando te gane!

Me alejo del grupo de lucha y busco a Arturo para retarle.

Para ser un licántropo, la fuerza de Arturo no destaca. Su musculatura es menor al de los hombres lobo normales, pero es más interesante competir con él porque sale con jugadas que nadie esperaría y es capaz de tumbarme. Su velocidad y reflejos contrarrestan sus puntos débiles.

Paso la mirada por encima de la gente. No parece estar cerca de ninguna hoguera. Sigo caminando hacia las casas y lo veo por la ventana de su habitación.

—¡Arturo! ¡Baja! —lo llamo.

—Recuerdo que la madre de Arturo daba bastante miedo cuando se enfadaba —dice Connor—. ¿No te da miedo despertarlos?

—Lo había olvidado, Arturo ya no vive solo... Oye, ¿de dónde has salido? ¡Me has seguido!

La ventana se abre y Arturo salta de ella. Corre hacia el monte.

—¿Adónde vas con esas prisas? —le pregunto.

—¡Quiero comprobar algo!

Intercambio miradas con Connor y vamos tras él. Subimos al monte sorteando los árboles. Arturo se gira hacia nosotros con un dedo en los labios, indicando silencio. Nos detenemos detrás de unas plantas.

—He soñado esto —dice Arturo.

Veo de lejos a la pandilla de Rrix. Agudizo mi oído y logro escucharlos.

—¡Inútiles, tapadle la boca!

Tienen a Evelyn. Perfecto, tenía ganas de marcha. Connor y yo avanzamos hacia ellos. Los cuatro se giran hacia nosotros.

—¿Cuál te pides? —me pregunta Connor.

—Los cuatro.

Desequilibro a uno de un empellón y lo mando varios árboles arriba, Connor alimenta a otro con su codo, y el tercero huye con el rabo entre las patas.

—¡Cobardes! —Rrix aprieta peligrosamente el cuchillo sobre el cuello de Evelyn.

Evelyn dirige dos dedos a los ojos de Garrix, pero este se echa hacia atrás a tiempo y evita quedarse ciego. Con un movimiento brusco, la maga se libera del agarre. Dejo que Arturo se coma la guinda del pastel. Avanza como una sombra hacia Rrix; rápido, silencioso y letal. Me entra un escalofrío.

Arturo sorprende a Rrix con un rodillazo entre las costillas, por encima del estómago, dejándolo sin aliento. El puñal cae al suelo. Arturo lo agarra de la garganta y veo cómo la sangre huye del rostro de Rrix. Emite sonidos de asfixia.

—¡Eh! ¡Te estás pasando, Diego! —dice Evelyn—. O Connor, no veo qué está pasando.

Ha distinguido nuestras voces en la oscuridad. Arturo no parece tener intenciones de hacerle saber que está presente.

—Pretendías sacarle los ojos, ¿qué más te dará si lo estrangulan? —pregunto.

—No pretendía sacarle los ojos... sabía que se apartaría. Estoy bien, podéis dejarlo ir.

—¿La has escuchado? Vas a vivir gracias a ella —susurra Arturo cerca del oído de Rrix—. Quiero que le des las gracias y no vuelvas a molestarla. ¿Entendido?

La chica del cabello de fuegoWhere stories live. Discover now