35- Contra la luna

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*Narra Lizz*

Los vampiros son como los gatos, tienen varias vidas. Piensas que ha llegado su fin, pero siempre te sorprenderán reapareciendo, contando historias acerca de cómo logró regenerar su cuerpo a través de un pedazo de brazo.

Los habitantes de la aldea muestran sus dientes a Eli, hasta que su cuerpo adopta un halo del color de la luna y estos se tranquilizan. La confunden con la luna, Elisabeth los está controlando.

Localizo a Arturo en su forma humana y lo alcanzo.

—¿Puedes resistir? —tapo con mi capa la luz de la luna que cae sobre él.

—Me transformo algo más tarde que los demás, pero no resistiré por mucho tiempo.

—Hay que bajar a Elisabeth de allí arriba.

Los lobos aúllan al unísono. Arturo parece encontrar grandes dificultades para oponerse.

Siento algo mordisqueándome la rodilla. Bajo la mirada y veo a una pequeña figura retorcida con ojos cadavéricos y una boca redonda sin labios, llenos de dientes deformados. Empiezan a surgir de la tierra, de diferentes tamaños.

Lo mando a volar de una patada. Recuerdo a Elisabeth invocándolos para entretener a sus rivales; pueden llegar a medir dos metros y dudo que tengan inteligencia propia. Una línea blanca aparece bajo mis pies, se dibuja a toda pastilla un símbolo mágico. Mi hermana me ha encerrado en una prisión para vampiros, no voy a poder salir sin un contrahechizo.

Las criaturitas le hacen la vida imposible a Arturo, subiéndose a su espalda, abrazándole las piernas y los brazos, amontonándose para hacerle perder el equilibrio. Vane y Jenni aparecen en el claro. Si usan su magia juntas, tal vez logren algo contra Elisabeth. Miro a mi hermana; se ha dado cuenta de presencia de las gemelas. Grito sus nombres, avisándolas del peligro. Aporreo la transparente prisión, ni siquiera yo escucho mi voz. Elisabeth las apunta con una flecha.

Una débil luz me indica que Arturo está usando alguna clase de magia. Me llevo las manos a la boca, atónita; ha aullado y lanzado una onda de sonido visible. Parpadeo. Estoy viendo el sonido. La onda arrasa con los monstruos, creando un camino despejado. Arturo corre hacia Elisabeth. Está manteniendo su forma humana, pero por su cabello se asoman dos orejas de lobo.

Cuando vuelvo a mirar a mi hermana, ya no tiene la flecha plateada en sus manos. La ha disparado. Jenni empuja a su hermana, alejándola de la trayectoria de la flecha en un instante. El arma atraviesa a Jenni con una puntería mortal. Escucho a Vane. Jenni no hace ruido.

Elisabeth materializa de nuevo en su mano la flecha impregnada de la sangre de Jenni y apunta de nuevo, esta vez a Evelyn. Vane abraza el cuerpo de su hermana y Evelyn corre hacia ellas.

El cabello de Evelyn se mueve furiosamente por un viento sobrenatural, lanzando chispas de fuego. Está mirando a Elisabeth. Evelyn detiene su flecha a medio camino. Está fundiendo la plata con su mirada.

Desconozco los hechizos que se lanzan, pero es como si la luz y la noche estuvieran batallando. Arturo, como desequilibrante de la balanza, interviene con su magia. La luz que se genera entre los dos magos atraviesa a Elisabeth, iluminando el claro como si fuera de día.

El hombre lobo ha completado su transformación. No veo rastros de Elisabeth, pero sí veo el último hechizo que ha lanzado antes de desaparecer. El ataque se dirige hacia ellos. Para mi sorpresa, el lobo no se aparta. ¿Tiene Arturo el control de su cuerpo? Parece que su humanidad y su bestia lobuna se han puesto de acuerdo; protegen con su cuerpo y con su vida a Evelyn.



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La chica del cabello de fuegoWhere stories live. Discover now