50- La mágica casa del guardián

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*Narra Arturo*

Cetus y Rolf se han ido a sus respectivas FAT, como nos había indicado Kris desde el principio. No estaban dispuestos a jugarse el cuello en algo que no les concernía.

El colorido cielo permanece en su sitio, pero la lluvia cae fuerte y agresiva. El aguijoneo del agua sobre mi piel está resultando heladamente incómodo. Levanto la vista y entrecierro los ojos. La nube naranja es más oscura. Si volamos sobre ella, no nos afectarán sus aguas; sin embargo, tardaremos mucho en rodearla.

—Están tiritando —dice Evelyn refiriéndose a los dragones bajo sus ropas, cada vez más mojadas.

—Tú también. Vayamos a la casa de Kris primero, no está muy lejos —señalo mi mapa.

Seguimos las indicaciones, haciendo alguna que otra parada bajo los bloques de tierra que nos encontramos cuando la lluvia intensifica, y poniéndonos al día de los acontecimientos.

—¿Qué eres la hija de quién? —su noticia me sorprende—. Rolf y Cetus la mencionaron. Entonces te estás entregando, Evelyn. Ni si quiera tienes la culpa de lo que haya hecho tu madre, eres tan inocente como cualquier otro.

—Hablaré con ellos. Les haré saber que soy la hija de la Asesina Escarlata y pediré que suspendan el estúpido exterminio de ignis solo por dar conmigo.

—Has matado a un hombre en Haeky, ¿crees que te dejarán libre si lo descubren? Aunque haya sido por defensa propia, no tienes testigos vivos.

Está pensando, conozco su cara de concentración. Muchos responderían negativamente si les lanzas la verdad a la cara; me alegra que Evelyn tenga claras las cosas.

Resulta que la casa de Kris no está cerca de la habitación cilíndrica de libros, sino que la habitación cilíndrica de libros es parte de su casa. Pisamos tierra y buscamos el cadáver.

—Sigue aquí —señala Evelyn.

—No podemos dejar que la gente lo encuentre e interprete lo que les convenga.

—Pero es cierto que lo maté, no hay malentendidos en ese hecho.

—Me has dicho que estaba a punto de decapitarte, Evelyn. No te arrepientas de salir con vida.

—No me arrepiento, sé que he hecho lo que tuve que hacer.

Se agacha junto al hombre y pone una mano sobre él. Las llamas mágicas devoran el cadáver a una velocidad inusual, ni la lluvia es rival.

—El olor. ¿Qué hacemos con el olor?

—Tu especialidad es el viento.

Evelyn se levanta y me hace indicaciones para que le siga. Montamos en nuestros respectivos vehículos mágicos y entramos de vuelta a la librería cilíndrica sin techo; como era de esperar, la lluvia no entra con nosotros. Evelyn deja a los dragones sobre la mesa circular y busca algo entre los libros.

—Cuando llegué, vi libros de hechicería —se aproxima a mí hojeando un libro.

—¿Has encontrado algo? —pregunto.

—A ver... Aquí. Mira este hechizo.

Echo un vistazo.

—¿Es una broma?

—Es un hechizo útil.

—Hechizo para espantar ventosidades, flatulencias y otros gases —leo.

—Es importante que no te equivoques al leerlo. Una palabra incorrecta puede invalidar un hechizo, o pronunciar otro por error.

—Son solo ocho palabras, puedo hacerlo.

La chica del cabello de fuegoWhere stories live. Discover now